sábado, 31 de diciembre de 2016

La enfermedad golpea y yo estoy lejos

Se había asomado el monstruo.

Fingía en las páginas del libro
una mordaza
o dientes que afilan su odio en mi cerviz.

Allí junto al ocaso
yo escribía un destino de sexo,
de vértebras, de luz ausente de mí,
lejos de la voz dulce.

Y se alzó el brazo incoloro,
me dijo: hay que ir a la casa de los duendes
donde se calcina tu ayer.

La carretera no existe,
ni el bosque, ni el carril de un solo signo
que me devora como un alud.

¿la casa?
sí, la geometría que yace en la profunda elipsis
de un sueño(un teléfono encendido, sonoro,
cuádruple, aquel espejo dorado
donde una vez vivió mi fe,
armarios cuya lágrima encendí en la noche del delirio
cuando los gendarmes llevaban caracolas en sus vientres).

Solo en la inutilidad del refugio entendí el sinsentido.

El pecado eres tú me dice su voz de meteoro,
la madre escucha el trueno del adiós
y todo es la inhóspita red de una mentira.

¿Quién atiende a la frase que deja una raíz en mi nombre?

Tan lejana de la razón,
tan fuera de esa verdad múltiple
que hay palomas que ya no vuelven a la plaza.

No, no soy yo el ejército que salvará la luz,
en otro-el innombrable-surgirá un sol,
en las heridas, en el futuro que aún no parió
mi ausencia.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Antes y después

Pesa el oro blanco de la piel. Su vestido
ocre abierto como una luz húmeda. Habrá
un futuro de mariposas y otro de labios tristes.
Habrá silencios, ojos sin fe, espaldas que sueñan.
Y una perversidad en el amor y otra en este lánguido
gesto que nos une en el adiós.

martes, 27 de diciembre de 2016

Perdido



Dónde la verdad que espera un refugio o una sombra.

Siempre creí ser otro tras este cuerpo
que va después de la duda,
que no piensa en la luz que vaga
como un pájaro fósil.

Siempre al bies del aire,
en los oráculos de la noche
o en los tiovivos de la costumbre.

Qué fácil el paso que persigue un signo
mientras estallan alrededor los ojos sin memoria,
los cánticos de una luna vacía,
las aves sin su piel dormida
olvidada bajo las estrías del deseo.

Hoy las nubes se acuestan en abecedarios rojos,
mi espacio se puebla de un sol barato
cuando ejerzo de abril en un noviembre
oscuro.

Sí,
mi dios es un rebumbio de estaciones sin mar,
una mixtura de países encendidos
por la claridad robada,
la niebla que surca las altas colinas,
los arboles blancos, o la floración del color
como un enigma que brota
bajo la garganta infantil de la tierra.

Es suficiente un segundo de tiempo
en la sinapsis que ignoro
para que un sueño de ángeles
derrote al sinsabor
de la nada.






domingo, 25 de diciembre de 2016

Estaciones

Qué río, qué azul, qué agreste flor perdida.
En la virtud de este tren hay un vacío. Mi sombra
se acerca a la estatua que finges ser, mis ojos lanzan
sus dardos hacia el orden que te habita como graznidos
de un ave encerrada en un nombre, como haces de luz
sin gobierno que rozan el silencio de tu piel, el ámbar
que concita tu altura. El viaje se llama ausencia, hoy lo sé,
su fílmica ansiedad es un reflejo de sed en los andenes,
un arpegio que busca el orgullo de las historias encendidas
por hermosos arcángeles o lánguidos espectros sin voz.
¿Cuál el cansancio de saberse longitud del deseo, en qué
rompeolas los latidos se alejan igual que delfines locos?
Morirá lo invisible entre estaciones varadas, así el estertor
de un aire sin destino en la oración de los violines mudos
que son tu cuerpo.

sábado, 24 de diciembre de 2016

El faro


Atrás el sabor de la isla, sus paisajes encendidos,
el silencio de un mar cansado. De nuevo los colores
húmedos que se aprietan entre ramas que el aire ondula
con su ritmo de lengua virgen. Y al fin la ciudad, el orgulloso
fémur que hiende la bahía hasta el faro que nunca duerme
como un tótem que olvida la tierra y se sumerge en la hondura
del agua, entregado a la líquida magia de las olas, fiel a su grito
de carne pétrea, yunque de rocas negras, espuma de nívea sed
sobre el seno de los pantalanes y la playa roída.¿Qué hay de similar
entre la calidez de un cielo azul y este gris de lluvia dulce que vela
mis ojos? Quizá ya no pertenezca a ningún lugar, soy ángel sin alas,
topo y pez, demonio que contempla la efímera luz de la consciencia
como un rayo de sol herido por la noche de las noches eternas.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Allí

Altos los seráficos ejes del tiempo sobre la testuz
de la infancia. Un ejemplo de lo que vendrá es la luz
etérea sobre las pisadas rojas. Solo la carne agradece
el verdor de la palabra cuando los labios entrechocan
sus vértices y un crujido de sílabas encuentra el terror
en el silencio. Allí está la camisa del padre y la enagua
azul de la madre, allí los cuadros que dejaron su ausencia
en la pared blanquecina, allí el metal y los espejos, los libros
nunca abiertos y los muebles callados, allí mi sombra aún
reflejada en el jaspe del mármol o en las molduras de alpaca
con las que soñé o viví. Voy a la línea donde mueren las hojas
sin médula, su piel rugosa hiere el tacto de mis dedos amantes.
Siempre la quietud se viste de voces mientras susurran los fantasmas
heridos su plegaria infinita. A menudo me paro a escuchar los pensamientos
que aún no han nacido, cómo emergen de sí, cómo se arrojan al agua
de la luz, sin saña, sin miedo, sin edad ni presencia.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Ósmosis

Ven a explorar el silencio de mis alas como
un pájaro de ojos tristes en un cielo blanco.
Ven al dormido eclipse de la sangre y levanta
olas que atraviesen la duda y la muerte con la risa
intacta de tu ser. Conquista el territorio de la mandrágora
con tu voz de sirena, haz que el aullido escriba el canto
de un ruiseñor ciego sobre mi edén, sobre tu rostro
que también es el mío cuando amanece la piel y ya
no pregunto por un solo cuerpo.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Jaime Gil de Biedma recita su poema "No volveré a ser joven"

La memoria eterna


No necesito más que la luz encendida de un recuerdo.

Un relámpago apenas nacido,
el sabor,
la fría sed del contacto
y ya está...

La piel,
el niño alimenta su dulzura
con el orgullo de una familia húmeda,
los juegos o la eternidad en las falanges
que no paran de lanzar su propósito indócil
hacia el azul sempiterno.

¡Es la vida, dice el corazón sin hojas,
es el resplandor sobre el océano herido,
son los cielos poblados de pájaros multicolores
o la flecha sin regreso de la ilusión
en bandadas de amor!

Tú ya conoces el camino que retorna a ti,
tú no bendices el presente
te alejas con los caballos vencidos
hacia la noche del pasado
y no quieres una llave
que ilumine la metamorfosis del futuro.

Aún vivo en el pálpito,
mis escamas son ascuas inmortales
que se anillan a mis ojos
para no sentir el macilento gong de los minutos,
su ignota ausencia de mí
en los balcones
de
la
huida.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Hablamos

Yo me abrí a ti como un columpio roto.
Yo calculé el sonido de las palabras pero
no su eco, yo elegí la duda de un tren, la noche,
los ojos blancos de la esperanza. Qué dirá
la armonía del misterio, qué la luz que indaga
hacia lo oscuro con la inmadurez de los silencios.
Te escribí al hablar, quería una historia sin reflejos
en el párpado incandescente de la eternidad. Hoy
recuerdo los laberintos de las palabras amigas
como un enjambre de mariposas en la dulce
quietud de lo efímero. Y no sufro porque
con los años todos los dioses son uno,
todas las mujeres un adjetivo de curvas
álgidas hacia lo invisible, hacia ti que ya
no eres, hacia mí que ya no existo.

sábado, 17 de diciembre de 2016

Final de "Ensayo sobre la ceguera" de José Saramago



"La mujer del médico se levantó, se acercó a la ventana. Miró hacia abajo, a la calle cubierta de basura, a las personas que gritaban y cantaban. Luego alzó la cabeza al cielo y lo vio todo blanco, Ahora me toca a mí, pensó. El miedo súbito le hizo bajar los ojos. La ciudad aún estaba allí".

viernes, 16 de diciembre de 2016

Aprendiendo a quererme

Sí, aún vendrá la estación de las hojas resplandecientes.
Sí, aún vendrá el presagio del azar como una risa náutica.
Sí, en las horas vividas, en los retales que se abren sobre
los muslos del tiempo, en los laberintos que solo tú y yo
conocemos se escribirá la luz en mis ojos ajados. Es el
tiempo de las margaritas azules, del unicornio marrón,
de los ángeles que se niegan a encontrar un cielo que no
responda a la claridad. He dicho una sola palabra y esa palabra
me hace libre, es un yo que ha entregado su piel a la duda,
al silencio y la caricia. Es un yo que que ya no se ve en los espejos,
solo crece cuando las telarañas estrechan su red sobre la isla
que ha construido mi pasado de sombras. Es un yo que se viste
con las huellas de un mar de cristal o con las raíces de un soliloquio
sin héroes.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Bombillas en mi rostro

Qué próxima la luz.
Qué beso en mi pupila rota.
Qué enjambre de estrellas
en los brazos de la noche.
Qué incendio ilumina
el recuerdo de otro lugar,
otra historia, otro candil.
Qué eco en la piel lúbrica.
Qué sin fin de flores caídas
entre el deseo y la incertidumbre.
Qué resplandor herido
cuando los ojos
miran hacia el abismo
y solo encuentran la nada.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

La mañana

Ya no hay reflejos en la curva de la pared.

Solo insomnio en la habitación eterna
porque allí viven los carruajes de la incredulidad
con sus símbolos de caoba,
marfil y nácar.

Allí en el territorio de la penumbra
las arañas de la luz escriben un diario de rezos
y melancolía, de círculos y amparo.

Yo desde la altura del pálpito
ejerzo mi oración de numen,
yo que soy ojos que nadie ve
sucumbo al crespón de los muebles,
al espejismo del mercurio,
al hombre de noche
completamente desnudo,
completamente roto.

¿Y qué si en un frenesí
la mañana deslumbra con su vientre de sol
y cubre las colchas,
el crujido de la madera
que se alinea en rectángulos
bajo los pies de mi ausencia?

¿Y qué si busca el párpado del cristal
para encender la historia de una risa
en los hoyuelos vencidos
de mi hermana?

Tras el parteluz de los armarios
viven papeles y conciencias
y es como si lo oculto
se dibujara en una cortina gris
por no perjudicar la claridad
que incita al descubrimiento,
a la pura lucidez de escarnio.

En el músculo del boudoir
aún conservo las horas de mi deshonor,
con el eco triste de la luna
en las ventanas
y un pensamiento que huye
hacia los faros caídos
entre los arrabales de mi inseguridad
y la histeria azul de las sombras.

Ángel González recita su poema "Cumpleaños de amor"

martes, 13 de diciembre de 2016

Como tú

Ya no finjo el sutil
maquillaje de la huida.

He luchado contra el futuro,
contra la sed
y la amargura.

He luchado
por la infancia que muere en los hoyos
infames de la ubicuidad.

Igual que tú
cuando te elevas
para ser
un espejo de aire.

sábado, 10 de diciembre de 2016

El tiempo es un animal sin patria

En qué territorio se escriben los versos de la noche.

El primer recuerdo es el último
porque se fingen historias,
se enlazan laberintos,
las palabras retumban como ecos sin futuro.

No hay un nombre dentro del mar,
solo la burbuja del instante que lame la quietud
con la lengua bífida de la serpiente.

Un hogar sin el fondo inmóvil de las fotografías,
la lluvia que regresa en los meses de otoño,
la costumbre de los cruces
cuando los cuerpos se olvidan de su ayer
y son lobos sin alma.

Me nombro en la perdida,
sufro la argucia de los hilos invisibles
o el gong del reloj acostumbrado al sol
y no a la nostalgia.

Vivo en los pasos que no dí,
en las dudas que flotan en vasos de ginebra
mientras se engarzan las historias,
las mentiras y el silencio.

Nada que no sea común a las lágrimas del tiempo,
nada que no irrite los conciliábulos amargos de una doctrina
que esculpe sus ritos en las horas de la penumbra.

Lejos del misterio de volverse uno,
de ser uno con las imágenes que marcan la piel
entre los gritos de la nieve,
tan ausentes como este pensamiento
que revive la metamorfosis de una esperanza
en fantasías de mármol.

Hogueras que no iluminan la oscura magia de una evocación tardía.

Fragmento de "La rana viajera" de Julio Camba



"Cada vez que cae un Gobierno, yo experimento un sentimiento de liberación. El aire me parece más puro; las mujeres, más guapas; los manjares, más sabrosos.

—Trabajillo ha costado—exclamo—; pero, al fin, somos libres. Ya no tenemos Gobierno. Hemos realizado nuestro ideal...

Desgraciadamente, está en nuestra naturaleza el no poder nunca darnos cuenta de la felicidad presente. Por esto, la felicidad es inasequible, y por esto, acaban resolviéndose todas las crisis ministeriales. Al cabo de dos o tres días, el Gobierno caído es siempre sustituido por otro, y de nuevo hay que dedicarse a la tarea de demolerlo. Totalizando las diferentes crisis que, poco a poco, logramos obtener, apenas si España llegará a vivir al año un mes entero sin Gobierno. ¡Un mes entre doce! No vale la pena.

Por mi parte, yo no ayudaré ya nunca a echar abajo a ningún Gobierno, como no me garanticen que luego no van a sustituirlo con otro. Mucho más cuando al otro es seguro que ya habíamos tenido también que echarlo abajo anteriormente. No veo en qué puede convenirle a un hombre soltero, que ejerce una profesión liberal, el que le gobiernen el Sr. Dato o el señor Maura, el Sr. García Prieto o el Sr. Sánchez de Toca. Probablemente, les interesa mucho más a estos señores gobernarme a mí de lo que pueda nunca interesarme a mí el que me gobiernen ellos.

Y si un pueblo no puede vivir sin Gobierno—premisa a la que no le concederé ningún valor mientras, como ocurre ahora, tampoco pueda vivir con él—; si un pueblo no puede vivir sin Gobierno, y si los gobiernos constituyen «un mal necesario», entonces, por lo menos, debemos exigir que las crisis duren un poco más. Una crisis de tres o cuatro días no compensa el esfuerzo necesario para arrancar del banco azul a estos ministros que parecen lapa".

viernes, 9 de diciembre de 2016

No detengas tu río

La risa, la risa y la inocencia de aquel abril en los ojos de la maldad,
su acento de águilas, su veneno frágil en mi cenit. Esos ríos que van
por dentro conocen tinieblas, acantilados rojos donde vive la sed del olvido.
No es aquí su puerto, en mi carne, mi recuerdo, el ancla que persiste en su afán
de ver noche, abismos que son raíz, puente de mi existencia. Callaron necesidad
los años vírgenes hasta que un sol encendió el camino con las alas del viento
nuevo. Que no sea mi ejemplo la cicatriz que ahoga el manantial, otros surcos
bendijeron el agua que corre simple hasta el ojo blanco del mar, su seno
que no cesa de recibir flor, su voz que brilla igual que un murmullo de plenitud.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Ayer tan próxima y hoy tan lejana

Los años son una canción perdida entre los ecos.
Aquel rótulo persiste, las calles aún vigilan tu sombra,
el desliz de los cuerpos crea fantasmas en la burbuja
ausente de los enigmas. Si te supiera hablar propondría
un acertijo para que en el misterio te anudaras como
una mariposa núbil que calla el dolor de la presa,
el ombligo voraz de las telarañas. A veces pienso
en los corales que no nacieron porque nuestra vida
pudo ser un mar cristalino, de un azul sin mácula,
fértil como las esponjas que se desnudan ante
las olas amantes. Pero no, tus ojos volaron hacia
el círculo de las ninfas, sin formularios, como
una flor que no admite cordura, en la senda de una
atracción prevista entre los redobles de músicas célibes
o entre manos que se anudan tras las imágenes comunes
de una historia compartida. Te veo extraña al tiempo,
acariciando palomas en el aire, fingiendo ser la raíz
de la infinitud- o la fuerza gris o los ríos o los bosques
que tapan tus sueños- tan múltiple, tan oscura que no
llego a comprender como una vez fuimos refugio
de una pasión que hoy descubro infantil.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Antepasados

Si miro dentro de mí. ¿Qué es lo que veo?
Una casa grande nunca en silencio, unos rostros
muy parecidos al mío- la tez levemente oscura,
los labios finos como cintas de carne- una voz clara
que se transforma en eco, los pasos de Milagros
al llegar el alba, el miedo en mis ojos de niño febril.
Nada de lo que me rodea hoy vive en la claridad
de la huella indeleble: voraces son los minutos,
rutinarios los atardeceres, las palabras en constante
fuga... Dentro de mí guardo un tesoro que susurra
nombres, sus alas de marfil brillan eternas, su imagen
es un faro de haz infinito. En lo más hondo de mi corazón
existe un teatro donde estáis vosotros, los que aún sois luz.
Que no cese jamás vuestro resplandor en mi negra sed
de hastío.

domingo, 4 de diciembre de 2016

La luz



Las cortinas no son mi rostro,
la cretona vive en su abismo de grecas hostiles
tras el penúltimo episodio de la rima.

Hay un rastro común que el ofidio conoce,
su longitud es la de la máscara,
su visión templa anillos y muerte
hasta llegar a la luz.

Si al fin la luz- no el nido de la incansable secuencia-
si al fin la luz dijera mi nombre
al levantar su manto;
si los caballos albinos
como una miasma sin razón
o una lápida de marionetas
escribiera en mis párpados la armonía ajena de los días,
qué haría yo con mi alma proscrita
y mis dudas que taladran la sed de los pasillos
cuando la aurora no es voz,
ni los pájaros entienden mi desazón de náufrago.

Solo levantarse como el aire que vive,
solo la ternura de un silencio claro,
para siempre,
para siempre
en la eternidad que me roce.




















sábado, 3 de diciembre de 2016

Astenia

Tantas veces llegó la claridad que ya es oscura.
Tiempo que se dobla en pliegues sucios como
un traje que ha perdido el color o una voz que
se refugia en el silencio de unos labios que articulan
aire. Otra luz tiene el mar, otros relámpagos visitan
la noche, su brillo es el brillo del crepúsculo enraizado
en mi piel ajada con su palidez de ceniza y su tatuaje
de muerte. Las imágenes son un sueño que me palpa,
me escupe, me da vida, me desnuda. Ya solo la espera
reconoce la canción suave de mi ayer, el giro breve
de las golondrinas anuncia el invierno, otro invierno
en las nubes que tapan el sol sobre un horizonte ya ido.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Contra el tiempo

¿Qué es lo oscuro?¿éste alambre donde habita el hoy
o quizá la memoria difusa de los días sin ojos? Suena
un motor en la noche, el pensamiento escribe sendas
de luz, la luna susurra un desliz en mi frente, el eco
de una radio graba sus capítulos en el cautiverio
de las horas. Vives y vivo en los minutos de la perfidia
como un sonajero que invita al rumor de la nieve y los satélites.
En las columnas de un reloj no habitan los instantes, solo una extraña
lucidez en el parpadeo de los números igual que un latido de piedra
en lo inolvidable, en tu secuencia gris, en tu corazón que naufraga
contra el silencio o contra la lentitud que ya eres, ya eres.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Caminar hacia atrás

Ser huella en la huella no parece que le importe a nadie.
Una familia se oculta con ramas de alabastro tras un jardín
de árboles sin sombra bajo un techo oscuro. Allí está mi
nombre, en el corazón de las paredes o en el marco abierto
de las ventanas.¿Cuándo suceden las cosas nimias, en qué
rompeolas escribe un verbo el latido de un reloj moribundo?
Salir del surco no nombrado-con sus bulevares de mar
o sus cristales siempre altivos mirando hacia la llave del sol-.
Si vengo es que existo en mi voz apenas músculo que calla.
Si vivo es por los raíles que cruzaron mi piel en inviernos
o veranos, en la lejanía de lo que no alcanzo cuando finjo
un ayer. Solo la virtud me conmueve, la claridad
en los ojos lánguidos de la aurora como una tempestad
en el iris ambiguo. No vendrá la lluvia a salvarme
con sus alas líquidas o su amor que me convierte
en río. Soy memoria de horas que se inflaman
en un segundo, el pensamiento gira y gira hasta
ser ceniza, ceniza libre que me amamanta como
un tótem que fluye hacia la luz o hacia el olvido.