domingo, 30 de octubre de 2016

De la desesperación y el éxtasis

¿Cómo empezó la huella virgen de la felicidad?
¿Entre el aire que tres dedos atrapan para decir
un nombre o en la silueta que ha nacido para ser faro
o en el traspiés de una ciudad toda mojada de silencios
cuando los cuerpos se clavan en la baldosa ínfima
del instante.? Lo que vino después fueron puentes
por transitar, hermosas calles que no habitaron la luz,
escombros donde tú y yo desnudamos el hastío.¿y el delfín
de la palabra alegre, qué de su rumor de intrépidos peces
en el acuario de nuestra hermandad? Solo el peso breve
de las imágenes luminosas, solo la singladura de los barcos
que no encuentran el sur en sus horarios tristes. ¡Que llueva
la negritud junto al árbol que calcina el mercurio que huye!
Somos los acróbatas que en la carpa de la duda se alejan
y mueren en el asfalto frágil, dos rombos que ejecutan
en el cielo una acidez de palomas aciagas, el reverso
de mil lunas en la ilusión cómplice de los desesperados.

sábado, 29 de octubre de 2016

De lo que escribo

A veces pienso en un mundo imposible,
flores muertas, la estrategia de no saberme
yo ni nada. Como un fantasma que hereda
los vocabularios, un hombre que inclina
sus versos hacia la razón sin conmoverse,
lo mismo que una estatua que rememora
la infantil duda de su creación, así yo
en el circulo de los espejos, así nosotros
cuando callamos tiempo.¿Hay un vestigio
que herede su máscara?, ¿hay, acaso, fieras
lúgubres que impidan la luz en las horas
del mar?Yo escribo sobre la raíz que encuentro
en mis silencios, escribo con dos notas que sufren
la inclinación del árbol o la ventisca que todavía
crece en mi memoria. No lucirán mis palabras
el resplandor que esperas porque ya no soy la llama
ni la fiebre, solo un ascua que se refugia en tu nido de paz.

Fragmento de "La mujer de papel" de Rabih Alameddine




"Me produce ternura recordar cómo estaban distribuidos los muebles en la habitación principal, cómo ponían la gran bandeja de latón encima de la otomana redonda de lona a la hora de cenar.Pero también siento nostalgia de los paseos por el camino de Swann, así como por el camino de Guermantes; del momento en que Charles Kinbote sorprende a John Shade bañándose; de cómo se sienta Ana Karenina en el tren.
Una vez conocí a una secretaria, la madre de una compañera de clase. Una mañana acompañó a su hija al colegio y la dejó junto a la puerta; el portero armenio, un hombre de cabello entrecano, salió de su caseta para saludarlas, como hacía siempre que aparecía algún padre.
¿Era Hércules el portero del Cielo? Sea como sea, no describiría a aquel anciano armenio como Hércules. Su trabajo consistía en asegurarse de que ningún alumno saliera antes de que hubieran terminado las clases y de que solo entraran alumnos y maestros, de modo que, aunque se acercara a la madre servilmente, en realidad estaba llevándose a la hija y prohibiendo a aquella entrar. Así que no, nada de Hércules. Por mucho que me gustara y que me sintiera como en mi casa dentro de aquella jaula, el colegio se parece más al Hades que al Cielo; en el colegio se lleva a cabo un asesinato ritual de la infancia, se da muerte a los niños. El vigilante era el barquero.
Tras entregarle a su hija, la madre le dedicó una sonrisa patricia. Llevaba un vestido hecho a medida que parecía prestado, como si se hubiera propuesto crecer dentro hasta que le quedara bien. Era un vestido gris, de un tono un poco diferente del gris peltre del cielo amenazador de aquel día. Se cubría los hombros con un chal de color azul intenso. A diferencia de los maestros que iban llegando, todos afectados por una epidemia de desinterés, ella parecía interactuar con el mundo que la rodeaba, alerta y participativa. Mientras escribo esto recuerdo lo maravilloso que era observarla, una madre que parecía tan joven, que todavía conservaba cierta vitalidad infantil.
Yo observaba el momento de la entrega desde detrás de la valla del colegio, mirando entre los barrotes (sí, barrotes metálicos por los que el año anterior podía pasar la cabeza). Los barrotes estaban cubiertos de varias capas grumosas de pintura amarilla barata, color canario enjaulado, que se desconchaba y desprendía, y la herrumbre que asomaba por debajo combinaba bien con el amarillo. Yo miraba fijamente. Tenía las manos agarradas a los barrotes, la cara aprisionada entre ellos, los pómulos pegados al metal.
La hija, mi compañera de clase, vino hasta mí. Observó a su madre, que intercambiaba unos cumplidos innecesarios con el barquero. Nosotras, en cambio, no nos dijimos nada. Su madre nos vio y se acercó. Me preguntó educadamente quién era yo, si era amiga de su hija, una pregunta breve y amable que solo requería un sí o un no por respuesta."

viernes, 28 de octubre de 2016

Los momentos vividos


Bienvenido al delta que no conociste,
a esa sola huella que cautivó tus días.

Hoy sabes que no había llamas,
ni fulgores ni payasos
para reír.

Hoy sabes
que el silencio escondió precipicios azules,
héroes invencibles,
hadas que mostraban pechos de espuma.

Algo así como una noria
donde veías imágenes doradas,
lentos crepúsculos, ácidas atmósferas
de alucinación.

Soplan vientos sin mensajes,
escuchas la doctrina airada de lo perdido
en la cruz de la noche
y algunas veces
en la flor del ocaso.

Me dirás del cansancio
y de no reconocerte.

Quizá en la virtud de los espejos
adivines aún la añoranza
de tus músculos innobles.

Pero no hay recodo,
ni infancia, ni nubes blancas
ni tampoco un hábil trasluz
que te devuelva al sueño.

Desde el altar de un instante sombrío
ejecutas las piruetas que te nombran,
así eres,
piel escrita por dentro,
crisol mínimo en un mediodía
sin ojos claros con que mirar.





martes, 25 de octubre de 2016

El tiempo acabado

Esos pasos, esos pasos que aún no son ayer.
La virginidad es una flor perfecta que muere
en su éxtasis igual que un ladrido en los ojos
del tiempo. Alas, sí, alas que no vuelan, historias
que vendrán como dragones amables, luces en la luz
de un futuro de guirnaldas. El amor cocina versos
en la ciudad que imaginas, los hijos, el instante
que confunde estrellas con la dulzura de escuchar
el silencio de los copos, la magia de las mariposas,
el placer que huye de ti igual que un felino asustado.
Todavía creo en los días, en la sed de la aurora, en los ojos
tristes del crepúsculo. Sé que vendrá una orilla despoblada
o un círculo donde ya no esté. Y, sin embargo, en la cruz
de este misterio que es el el devenir acabado yo no claudico.
Sigo y persigo la añoranza de mis horas álgidas,mientras sueño
una muerte dulce entre las rosas que nunca se marchitaron.

sábado, 22 de octubre de 2016

Días de colegio

Qué atmósfera sin un trino, la luz herida del neón,
el silencio y los arabescos de la tiza, esas manos
que abarcan lo múltiple como un río que no muere.
Son fotografías de aulas cansadas, ventanales que nos
miran, la voz inquieta de un profesor que no sabe qué
o quién es su ayer.¡Y la magia de los rostros siempre
con su perfil áureo, el pensamiento que viaja, los dibujos
en papeles ya muertos, libros que no conocen el sabor
de una pregunta!.Y tú cuyo nombre aceché con la rabia
de la inseguridad, a lo lejos igual que la locura en su origen,
colmada de tiniebla. No recuerdo la semilla que tal vez brotó,
solo la certidumbre de los horarios, el signo y su trazo infantil,
la fe del asombro, las horas grises o el reloj que tantas tardes
calló.

Fragmento de "El mito de Sísifo" de Albert Camus

"Todas las grandes acciones y todos los grandes pensamientos tienen un razonamiento irrisorio. Las grandes obras nacen a menudo a la vuelta de una esquina o en la puerta de un restaurante. Y lo mismo la absurdidad. El mundo absurdo extrae su nobleza, más que ningún otro, de este nacimiento miserable".

jueves, 20 de octubre de 2016

Yo te miro y tú ves a otro

Lo importante son los labios,
la voz, lo que a veces no se dice.

Da igual la distancia
pues el pensamiento elige los símbolos,
el perfil o la noche.

En un amanecer caben mil ventanas
igual que el rojo del día en la piel cansada.

Yo espero y espero la virtud
¿qué es la virtud?
¿la sonrisa de las mariposas,
la mirada eternamente vieja del caracol?

Tú has llorado, lo sé, has llorado por otro,
se nota en el libro que no lees,
en tus alas caídas que dibujan abismo.

Hay espejos que mienten,
luces que acicalan tu piel
sin que sientas el abrazo.

Sería más fácil el arrullo de este cantor
que descubre la música de tu huella
como un adolescente que pliega los párpados
al mirar hacia dentro
con el horóscopo desnudo
y las cien rosas que sudan
el dulce presagio de un sol en éxtasis.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Desconocida

Retornas con el tren como un mensaje roto.
Enseñas la máscara de un libro, la piedad
del cristal, la luz amarga. Como una invitación
al olvido bajas los peldaños del silencio. Afuera
llueven pájaros, adentro la armonía crece antes
de que la voz susurre un nombre. El temblor
se acicala en los poros lúbricos, la certidumbre
se entristece con el relámpago, la nuca agita
su latitud como un faro ambiguo. Nos debemos
un café o quizá cien palabras perdidas. En el oasis
de la medianoche los cuervos y su círculo blanco.
Habrá rosas que no nazcan, rubís que se astillen,
la desazón que sobrevive al misterio de no ser ya
nosotros.

domingo, 16 de octubre de 2016

El retrato

¡Qué difícil la arquitectura del ser! Un incendio,
la nieve, la tangencial existencia de mil siglos
de rutina en la piel curva, en el gesto y su desdén,
en la prisión de la magia y del color que sangra. Allí
la historia de unos ojos que son mar, aquí la comisura
de los vértices en la sonrisa hospitalaria. Una frente
altiva, los cabellos que no hablan, oídos impares perdidos
en la memoria. Y la ambigüedad que teme al perfil,
por eso se enseñorea el rostro con la paciencia de un sol.
¿Y los brocados, el tul, la seda, la insignias y la plata,
el yelmo y la rosa, los miriñaques sin duende, el caniche
que juega a no ser él bajo las faldas ahuecadas? No buscaré
la verdad en los reflejos de un poema, tampoco en la escultura
que vibra en la noche, en la sed de un óleo que no halló en mí
otra voluntad que el silencio o el trasluz de la contemplación.


viernes, 14 de octubre de 2016

Su sonrisa

Podría dibujarla pero no sería real.

Porque se mueve en el instante,
porque la expresión calla al fin
como un manantial dulce.

Te alegra cuando el silencio dormita en su voz,
te salva si en un adjetivo has puesto la noche,
elige por ti la felicidad de los cruces,
el estampido de las venas que buscan un mismo río,
la garganta y su derrota
en los labios fruncidos por la luz de la fiebre.

¿Qué misterio deriva hacia la hoguera
donde los cómicos eligen un símbolo
que ha sido fraternidad
o el paso breve del hastío?

Que reluzca como una prenda de Arabia
la rojez de sus alas, para mí,
para otro,
en la locura vibrante de la fugacidad,
hasta el ayer,
hasta el hoy que la mira
y encuentra allí
un paraíso.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Tu piel



Nunca quise dibujar un mapa. Veo la ondulación,
el recodo, las largas venas del amor, tu corazón
palpitante entre las vertebras y siento la armonía
de los cuerpos cuando se asoman al otro con la entrega
de la quietud. He besado la rugosidad de un pecho amable,
los hombros y su cónclave de abejas, el infinito que hay
detrás de mil hojas en tu cabeza noble, como hogares
de tu pensamiento, como el deseo que te alcanza. Deja
que roce la lisa espesura de tu desidia, que se vuelva
el rostro un jardín sin que el labio desnude la flor
o la lágrima de un iris interrumpa la luz que te recorre
y te bendice como agua fértil. Es el blancor un sueño
donde los diamantes de la lujuria espejean y mueren.
Si lo efímero no se cruza con la permanencia que añoro,
que sea la superficie que te adorna la magnitud de un mar,
el increíble don de saberte aquí como una nave triste
que busca un punto sin regreso, hacia la vejez o hacia
la ausencia, hacia lo que fue un día nosotros o nada.

martes, 11 de octubre de 2016

Pasajero de tu ausencia

Hay lluvia agreste, la firme argucia del volcán,
todos los días de todos los días que mienten.
Plenitud, sí, con la piel henchida y los músculos
atentos, gloria, sí, cuando es de noche y aún puedes
esconder las monedas del flujo. En tu mano el anillo
quema el cobre, quizá un símbolo vuele sin un porqué
o la identidad no cubra el vestido que acostumbras
a mostrar. Nunca vibran los relojes si estás presente,
el color acicala el verbo que no dices y en una máscara
los labios se encienden como álbumes o estrellas. Sé
que no habrá misterios por descubrir, sé que un eco
nunca será lombriz de la luz. Guarda para mí la penumbra
de un portal herido, su sombra, su armonía en el silencio
convierte mi rostro en un adiós. Todavía en las mariposas
verdes encuentro la orilla, el suburbio donde vivo, la muerte
y sus aceras. Hay un resplandor oscuro que es un nombre
o un ardid, el bravío incienso de tu piel deshabitada.

domingo, 9 de octubre de 2016

La conversación

Es un corazón sobre otro corazón, el azabache
del tiempo no nombra la aurora solo la magia
de una belleza transparente y efímera, un símbolo
fugaz. Sus brazos escriben en el aire notas breves,
aullidos de simpatía.¿Y sus ojos?, un resplandor
que interroga al espacio como una campana perdida
entre los ecos de la jungla. Son las palabras una verdad
sin memoria, basta el amor a la plasticidad(troncos
como hembras tendidos al azul, el río sin pertenencia
que llueve y llueve en los ojos heridos). No quiero
su nombre en el mío, solo una paz que se insinúe
en la piel, que roce el áspid del deseo, que devuelva
a la finitud su sentido. Hoy hablo del instante de la luz,
su párpado imberbe en mi boca, la calidez de un diálogo
que regresa para morir en esta noche sin luna.

Fragmento de "Muerte en Venecia" de Thomas Mann

"Nada resulta mas extraño ni mas irritante que las relaciones que se establecen entre hombres que sólo se conocen de vista, que diariamente, a todas horas, se tropiezan, se observan, viéndose obligados, por la etiqueta, o por capricho, a no saludarse ni cruzar palabra, manteniendo el engaño de una indiferencia perfecta. Se produce entre ellos inquietud e irritada curiosidad. Es la historia de un deseo de conocerse y tratarse insatisfecho, artificiosamente contenido, y, en especial, de una especie de estimación exaltada. Pues el hombre ama y honra mientras no puede juzgarle. Y el deseo se engendra por el conocimiento defectuoso"

La flor de la herida

Con los pilares firmes del sueño
el niño construye mundos.

Ayer mira al hoy,
el hoy es un cúmulo de invencibles estrellas
en la simpatía del círculo.

Juegan los fantasmas con semáforos alados,
juega el fuego con la sed
tras el día de los días
en su fulgor intemporal de margaritas dóciles.

Pero nada se parece a la virtud
cuando la rapiña del mal se adueña de las calles
y sopla miríadas azules
con un resplandor falsario.

Se abre entonces el poro limpio de la herida
y surgen los gusanos del miedo.

Y en un desamparo de flores calvas
la duda se convierte en acusación
de homilías y templos,
de verdades sin hojas
en las alamedas rojizas.

¿Para qué el mapa de los asteroides,
la nebulosa de un futuro,
el silencio que se mixtura con la pólvora
antes de ser diversión de color
en los cielos del anochecer?

Así es cómo se forma la herida
-que en su despertar regará los años -
la exactitud de los orificios que son permanentes
como un río que nace tras la culpa simulada,
y se aleja y se aleja de la identidad
que amanecía con la risa de los enjambres
y el sonido alegre de los pájaros.

jueves, 6 de octubre de 2016

El papel

El blanco, ¿no es pureza?¿Por qué mi oscuridad,
mi fondo, el arbitrio, la insensatez de una línea,
la grafía que no amo, escriben los signos como
un imán desnudo? La gloria de una frase simula
la muerte. Los renglones del poema saltan igual
que olas hacia el rostro que no eres. Un mensaje
en azul, la tinta y su relieve, la ausencia del filo,
la fragilidad de un pensamiento que se escapa
sin un sol. El papel es una mano abierta sobre
un cielo interior. Crepitan los músculos de una
inspiración sin cadenas sobre los márgenes
que sufren. Se arma un deseo o una quimera
o una razón o quizá la naturaleza de unos versos
incólumes para que alguien derrote a su abismo
y encuentre el paraíso en los pétalos de un párrafo,
en la concatenación de una coma, en los puntos
suspensivos del sueño.

martes, 4 de octubre de 2016

La proximidad

El tren bajo el invierno crece.

Una similitud de copos no escribe el ayer,
solo redondea la noche
y su ejército de luciérnagas.

El silencio, sí,
el silencio es un dogma que se recita en las farolas
como el adiós de un viento inexistente.

No hay dudas
cuando un ojo revienta la piedad de las islas
y ya son sueños las horas
y el mercurio anuncia las destemplanza
de una madrugada que no se siente.

Un silbido, la memoria de los arboles,
la infinitud de un cielo abstracto,
mil panteras que comen de mi carne herida.

¿Y tu voz?¿vendrá, otra vez, a escuchar mi muerte,
o el diálogo será un cruce de rodillas
en el esmalte de unos ojos nunca pintados?.

El vagón te ampara,
lees un libro o quizá rememoras la ausencia
de no ser tú.

Yo callo con mis uñas alegres
que rozan la materia de un asiento carcomido
por la ceniza de cigarrillos fósiles.

El espectro que dejó su huella en el estampado azul
se escarcha.

Si miras o me miras
encontrarás la clave de un silencio de flores,
algo que en el fondo de tu iris se anuncia
como el lúpulo en la mañana
como mi yo cuando te siento.