martes, 30 de mayo de 2017

Campanilla o la visita del hada



De pronto te muestras en la penumbra
de mi habitación solitaria,
ejerces el vuelo ambiguo de las mariposas perdidas
o la grácil astucia de las arañas
que viven en un reino de luz amorfa.

Sin rubor
como en una latitud ignorada
te desnudas sobre mis omóplatos
y te crees inmensidad
o al menos archipiélago salvaje,
ignorado-virgen tú-,
quizá dolorida por la amnesia de haber soñado
un bosque donde relucen las margaritas invisibles,
las fuentes, los mirlos,
las gallardas palomas
de plumas ávidas.

Te enorgullece ser imagen de aquel país de nunca jamás
oculto bajo los almohadones de los niños felices
y dibujas un augurio en los cristales de la imaginación,
en el amoroso cansancio de los labios
que sonríen después de acariciar ese brillo de estrellas
con que desentrañas la realidad
y la conviertes en ríos de lujuria,
de juegos o sinrazón.

Nunca dejes de volar junto a mí,
tus alas saben de mi piel suave,
tu transparencia habita esta memoria sin madurez,
la que vuelve a ti, a tu sorpresa,
al capricho que emana de la bondad desconocida
de la que eres artificio, pirueta de luz,
culmen que vibra hasta el confín de mi alegría
o de mi inútil sueño.

domingo, 28 de mayo de 2017

Entiendo tu dolor

Siempre fui un amante de las historias escondidas,
en un libro, en el aire, en un reflejo volátil. Todos
los veranos regresan los pájaros tras las nubes escarlatas,
se fijan en un ventanal, en un neón, en el libertinaje
de lo que ya no somos al transcurrir entre los ovillos,
entre las mariposas o los árboles que la noche enciende
cuando dibujan el andar oblicuo de lo perdido, la bajeza
amarga sin historias Tú, eres alguien que existe o no y es que pasa
el arco iris de un gesto tuyo igual que un rayo frío. Volverán
los trenes a la estación olvidada, allí espera el aliento de la añoranza
bajo la luz de la princesa herida. Qué del estallido de las hojas
fatalmente caídas si a mí me gusta el vuelo de su fe suicida,
tan próximo a ti y a tu razón lúcida.

viernes, 26 de mayo de 2017

Historia de un hombre discreto

Pueden ser las voces frías o la admiración de un padre,
cualquier gesto que crea la incertidumbre en la pisada
del niño que aún tantea el azar. Un latido que no suena fuerte,
una flor amarilla eternamente rota, las risas sin dirección
cuando la atmósfera es un ejercicio de olas que revientan
sin motivo.¿Fue el temor a la rebeldía o quizá la oscura
sinrazón de la luna que se pliega en su luz como la retráctil
espina que no fluye? Y así la juventud se vuelve un paso
vacío entre los yugos invisibles. Hay marcas que no alimentan
la piel, su sombra escoge los laberintos de un cuerpo vagamente
doblado. Tal vez no sea preciso vivir en el orgullo ficticio
de la nada, pero recuerda que tu inteligencia ha crecido,
que tus ojos pueden mirar al sol de los días con la certeza
de conocer su aliento, alimenta pues la raíz que mantienes
firme con los años que te han permitido volar hasta conocerte
a ti mismo, hasta la razón fiel que encierras en un puño
al que llamas experiencia, sentido y a pesar de todo probidad.

miércoles, 24 de mayo de 2017

La palabra enmascarada

Así en los símbolos al trasluz
se escriben metáforas de vida invisibles,
ecos que naufragan en el hoy
como huellas que mienten.

La voz es un gimnasta amargo,
las pestañas, el giro unívoco de los dedos,
el torso que alza su verdad y conmueve,
la mansedumbre de la palabra
que habita los segundos con máscaras y artificios
sin una raíz ni un músculo que abrace.

Estoy acostumbrado a la virtud oral
que envilece los mapas como humo frágil
o urbanidad fría
o educación que confunde un sentimiento
con la pluma que se eleva por no caer
entre las hojas húmedas
del árbol estéril.

Permite que la insolencia de esta añoranza
aún te vista con la atmósfera de los ríos impronunciables,
el lúcido ajedrez
donde una vez fui rey de sombras
bajo tus nalgas que se abrían como un cáliz
o un misterio.





lunes, 22 de mayo de 2017

La noche húmeda



Aquí está la lluvia,
lluvia amiga que se posa en mi abrigo
como la pluma del invierno,
como la escarcha que sube al cenit
se columpia y cae.

Voy hacia ti aún sin verte
mido la escala que tu cuerpo va dejando en las losas,
en el frío,
en la húmeda noche sin amparo.

Son las diez o tal vez no,
me miran los escaparates dormidos,
afuera en el haz de la luz
las gotas ríen al saber que te busco
como cierva o ave sin refugio.

Al frente el campanario de la oscura catedral
parece el índice enhiesto de un dios,
designio sin memoria que elige el canto oculto de las nubes,
la prisión de las estrellas
en la frívola oscuridad del silencio.

Un sonido,
la música tan humana que quiere ser vocal
y abre los labios y susurra un verso
o una melodía
o quizá la candidez de un saxo
que es como un río donde nada el deseo de amanecer
con el iris azul de tu pronombre,
con la sed clandestina
que todavía somos.

No intuyo si me esperas,
hay colores donde no vivo
y en los almanaques mi corazón no es para ti
luna ni mar.

Dejemos que el espacio sin límites
sea el jardín de las crisálidas,
que tu voz recorra los laberintos
en los que no sabré entrar,
que la sensatez dibuje en ti mi ausencia
como una cicatriz que nunca tocarás,
como la mirada que adivina un clamor
entre las heridas ocres del tiempo.

sábado, 20 de mayo de 2017

La cruz sobre la frente

Llaga, llaga en la inocencia.¿Por qué el vinagre de la culpa
en los oídos que aún esperan crecer? Un gusano habita en la memoria,
se alimenta de los juncos, vierte el ácido en las palabras inconscientes
como un artificio que corroe el silencio. Quizá algún día me expliques
el por qué una cruz que se desliza por la frente es una carga milenaria
de miasmas y miedo. Sé madre, sé padre, que vuestro aletear quiere
ser abrigo, una capa invisible que arrebuje la incomprensión y la duda
que sucede al dolor.¿Habéis visto el dibujo del ángel, él me protege igual
que un pájaro que busca mi sombra entre las sombras? Mi secreto
es no consentir en la mentira, no juzgo el pavor que encuentra cien
afluentes donde morar y escoge la inconclusa virtud de la ignorancia.
Dejadme que viva la paz que se enciende muy adentro, solo soy
una llama que resiste, un corazón que niega la calumnia infantil,
un hombre que camina hacia delante mientras sostiene entre
sus manos la blanca flor del olvido.

miércoles, 17 de mayo de 2017

El sol entra

Aquí en mi piel hay habitaciones en sombra,
escucho el infantil crujido de un colchón gastado
y dejo que parpadeé el sol de cada día en las paredes,
en el vértigo de las lámparas,
en el polvo estéril del silencio
que fluye hasta ti como un rocío de ángel.

Y continúa en el salón
que es un ventrículo
que bombea la luz hacia mí
y mi despertar blanco.

Hoy pienso en el misterio que recubría las caobas del dosel,
en la vieja cómoda de pino, los esmaltes y las arañas,
el hombre de noche que sucedía a la noche
y esa atmósfera donde vibraba la claridad
como un latido sin voz.

Todas las casas se vuelven igual que girasoles
hacia la bienvenida del albor,
así mi corazón se viste con las guirnaldas sencillas
de un sol que llega hasta mí
con su alfombra dormida,
su diapasón incandescente
o su réplica al por qué no intento disfrutar
de los minutos en que me abraza la luz
como una madre infinita.

lunes, 15 de mayo de 2017

Mejor que vivas en el recuerdo

Si te perfila el viento, yo no lo sé. O es la historia
de un intrincado laberinto donde la especie teje
un mosaico de piel y de glándulas, de armonía
o de abalorios que invitan a ser mil lunas en plenilunio.
Es posible que esas huellas se correspondan con esas otras
que imaginé y que para mí el unicornio siempre brille
(blancura y destino alzados al cielo)al verte en silencio
como una nube que pasa.¿Quién dirá que la belleza es un jardín
de flores inservibles, quién no consentirá con la nostalgia
de ver en la sombra de un después las llamas incandescentes
de un crisol? ah, sí!, hay un canon igual que existen medidas
de infinitud, y si de pronto una cicatriz de diosa recorre
los puntos exactos en que viví, qué diré yo, náufrago
sin isla, máscara que refleja la imagen fría de un espejismo.
No has envejecido, no te he rozado, no has sentido el tacto
de mis dedos en tu piel ajada. Será por eso que los adioses
del cometa aún silban a tu paso ignorantes de un hoy
que ya no quiere la realidad de tu vejez, la cortina amarga
que una y otra vez deslizas sin que nadie vislumbre tras ella
ni a ti ni a tu noche.

sábado, 13 de mayo de 2017

Un cuerpo que no es el tuyo

Al mar se llega desde un nombre. Se abre la voz
contra las olas y la mirada elige un cuerpo
entre otros cuerpos, grácil en su adiós de pájaro
que sueña islas solitarias donde espantar la luz,
playas infantiles de blancura hostil, tiburones mansos
como delfines ciegos que escucharan el latido de las sirenas,
un rumor de peces azules que viajasen hacia los faros
confundidos por el haz de una señal suicida. Y se va,
ese cuerpo se va, se esconde entre los acantilados,
se hunden sus pies en el agua salina de las charcas,
en el caparazón frío de los moluscos y ya es olvido,
un aire sin memoria que te nombra sin nombrarte,
un rastro que deja entre las algas el vértigo de tu piel,
la frescura de tu joven risa inacabada.

jueves, 11 de mayo de 2017

Ya no pienso en ti

La ciudad es un relámpago que huye,
en sus fachadas, en sus ríos y puentes,
en las plazas y los suburbios,
en los tejados en solaz,
acogido por cualquier esquina
que no me reconoce,
ajeno a las palabras y su estrategia
-el idioma era la nube, solo los cuerpos tenían labios y dulzor-
persiguiendo veranos en copas oscuras,
una sincronía
quizá de almas que empiezan a crecer
me acoge.

Escribía el mundo soliloquios blancos,
la risa se acostumbraba a ser vestido
y tu nombre caía en lazos de espuma
formando arias
o azules
en la humedad del silencio.

¡Qué fácil compartir el estupor de los días nuevos
cuando no existía la costumbre
y todo era semilla al sol de un despertar virgen!

Ya no pienso en ti,
pienso en la locura de los relojes
que estallan ausentes del simulacro
como serpentinas en un horizonte que se dobla y se extingue
antes de ver la luz.

No somos más que tiempo que desnuda la clepsidra,
su transparencia no es cruel,
se desplaza sutil como un caracol enfermo,
arrastra en su caparazón las horas ambiguas que vivimos
y esas otras que no fueron canción,
solo un rastro triste
después de una ceremonia
sin color.

martes, 9 de mayo de 2017

Del imposible olvido

Probablemente tú ya no seas tú
pero yo tampoco soy yo.

Sin embargo los lugares existen,
los mismos trenes llegan a su hora,
los calendarios transcurren
con la indiferencia que conocimos al regresar del tiempo
y ser la nostalgia del hoy.

Permíteme que mi palabra no descubra el ardid,
permíteme la luz insomne de la melancolía
en los raíles imperfectos de la edad.

Te hablaré como un niño habla a la flor,
sin mirarte,
solo aspirando el aroma de los pájaros
que huyen de este cielo sin huellas.

¿Qué fue del canto o de las pisadas que cautivamos,
qué de la gloria húmeda de inviernos
en que el amparo era múltiple
y tu presencia el hogar bendecido?

Es posible que ya no reconozcas nada,
el olvido es un monstruo azul
que se entretiene con las llamas del futuro.

Déjame decirte que visité mares sin espuma
-porque la espuma se revolcaba en una arena tejida
de rostros tan parecidos al tuyo,
tan reales como una fotografía del alma
o del sueño y yo no quería ya tu voz-.

Y si has poblado mis días
fue por la inercia de este volar sin horizonte,
un camino en el que los espejos se adueñaron del porvenir
y pasearon las gallinas del frío su estandarte melancólico
de memoria obstinada,
de infantil sudor que nunca cesa de manar
tras el abrazo dulce del silencio.









domingo, 7 de mayo de 2017

Drácula espera a sus verdugos



Ninguna de ellas me ha dado las gracias por la inmortalidad.

¿Qué importa el surco suave en un cuello virgen
si en el brote de la sangre un manantial de vida crece?

Perseguí el elixir en las caras febriles de la juventud
como una aventura invoqué al ciervo blanco
que abre las puertas del infortunio.

Dejé como cadáveres hambrientos a las ninfas de la sed
-todas ellas vigorosas y dulces, neutras y dóciles-
sin esperar más que la demora
en los ojos que sufren.

Quería un coro que cantara a la muerte y a la vez a la vida,
voces tenues, hembras sin vestidos
entre candelabros heroicos, un desorden
donde se dibujara la iconografía de los satélites,
su resplandor en el ocaso
de las infinitas noches sin luna.

Todos mis latidos ignoran el misterio de la luz,
yo me entrego a la magia y al sacrificio de un dios antiguo,
sé que fluye en mí una crueldad ciega
desde la inocencia hasta la voz
que madura el destino en episodios sempiternos
de ambición y crepúsculo.

Aquí está mi pecho rojo
donde late la verdad de lo perpetuo,
anclaros a vuestra esencia sin esperanza,
dueños de un tiempo de podredumbre
que ya os devora.

Chillan los murciélagos mi fin,
baten sus alas negras hacia un cielo estéril
donde ya no existe la eternidad de mi abrazo,
el amoroso perfil
de un colmillo sin alma.

viernes, 5 de mayo de 2017

In Memoriam

A mi hermana, Elena, que ya no está

Cómo volver a lo no sido.

Ausencia más que historias(juegos bajo la camilla
donde tú eras la deidad y ninguna la sombra),
episodios que hacen que la desnudez
no escriba la verdadera mansedumbre,
un gesto de rebeldía
cuando la pubertad se anuncia en los pómulos
que han destejido el pudor.

No recuerdo más que trazos invisibles,
no estás, ni estoy,
es como una niebla el tiempo común
tan frágil, tan diluido y roto.

Llorabas por el vestido académico
que te abría la posibilidad del futuro
y fue aire el camino que entonces emprendiste
lejos de nosotros
hacia la razón de una ciencia infinita.

Pero la vida guarda témpanos
bajo el carmín de los días.

Y guarda el eclipse que un alma joven no sabe ver
porque amanece en la entrega y en la luz.

La decepción es una corona negra
(¿dónde las dalias del dolor encendieron en ti su locura?)
que te viste sin esperar las noches que asoman
en la lentitud de tus manos.

El pensamiento urde trampas mortales,
su alquimia se bebe como un veneno
y no deja rastro de añoranza.

Una vez me pediste la moneda del refugio y mí cobardía dijo no.

Perdóname pues no supe entender el grito
que se escondía tras la mecánica de un teléfono.

Me gustaría rescatar la luz para ti,
que fueras la flor nueva que resplandece hasta morir,
no de duelo sino de eternidad,
no de sangre sino de armonía y cántico
en todas las voces que te nombran.

miércoles, 3 de mayo de 2017

El adiós

De pronto somos lo inevitable, palabras que se engarzan
en un enero perdido. Apetece el refugio de un café, el misterio
de sentir tu cuerpo que escribe en la luz el soliloquio póstumo.
Pasará la noche con sus ángeles sin rostro, vendrá el mañana
con la raíz de la costumbre y los compromisos heredados.
Quizá el miedo- o la simpleza de conocer la orilla de un desliz,
la modulación de las frases, el eclipse de un hechizo acobardado-
rompa al fin la esperanza del para siempre. Como en un espejo
te veo marchar hacia el adiós y no digo nada.

lunes, 1 de mayo de 2017

La espera



Yo sé que la espera es un círculo de horas.
Revuelvo la nube del café, una y otra vez
la cuchara profundiza en el vientre líquido
como si tocara el músculo de un corazón
y pretendiera dibujar en él la música de un entendimiento
o un sinsabor.¿Qué será si la palabra aún no ha amanecido,
si frente a mí un cuerpo no interroga su sentir, si en el fiel
de esta taza nadie escribe una voz? Espero y el color del café
ya no me escucha, el cristal se vuelve hacia mí como un árbol nocturno
que reclamara con su sombra un sueño. Pronto en el nido que es este bar
solo cabrá la penumbra, continuaré aquí porque la verdadera compañía
exige ángeles dormidos. Me bebo la soledad de este café,
amargo y dulce como la misma vida.