¿Qué hay detrás del ropaje y la máscara sino tu desnudez
fruto de una herencia más antigua que tu nombre? Cantos,
risas, el baile de las sombras, la identidad es un misterio
sin revelar, las carrozas engalanadas con el artesonado alegre
de la vestimenta florida, el rímel, la faz oculta, quizá de hombre-mujer
o de mujer-hombre, los cánticos agridulces donde la sátira
es una algarabía de coplas procaces, de atrevimiento en la voz
fingida que cree conocer el alma de los espejos, ingenio
de arrabal, de plazas multitudinarias, de tambores y guitarras,
de jolgorio en las calles como exaltación de júbilo frente a la vida
triste de las colmenas. ¿Qué ocultas bajo el canesú, el miriñaque,
la enagua con lazos verdes y rojos, el vestido de seda expuesto a la luz
de las arañas, amarilla como savia de ámbar en tu piel fingida,
tus medias color de nube, los finos zapatos que calzan tus pies vírgenes,
la muselina y el abanico, los polvos de arroz, el carmín de la boca,
los pendientes de cristal y ese rubor de dama núbil que escucha
entre suspiros y ensueños el rigodón estelar de la noche?