Así es mi casa, dos piernas como pilares
que caminan por los espacios que libremente elegí,
guardo en el costillar del alma los mil recuerdos
que me visten, ojos que no se abren como ventanas al olvido,
decoro con los nombres que dejaron huella en mi corazón
las estancias que nunca son eclipse sino plenitud
de árboles que crecen en espesura, en verdor,
en la fronda invisible de mis venas, son los pies
navío que transita los senderos del atardecer,
a través de mi rostro, por los tejados del tiempo,
fluye el agua de los relojes donde laten los surcos
que forman el mapa de mi edad, este hogar
morirá conmigo, ya que soy su único habitante.
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