Escoge la palabra, únela a otra palabra en senda de arpegios,
haz música de la disonancia, enciende el ritmo que hay en al alma
de una frase, convoca a la magia, a la verdad, a la imaginación
o a la ternura, hila los espejos del sentido con aguja de oro,
escribe luz, mandrágora, fulgor o nieve, que quien te lee
sienta que nace en su interior un pájaro de vida, que las sílabas
se anuden como dijes de un collar único, que en el océano
de las estrofas nade la intensidad del sentimiento, que sea
tu poema un imán que atrae la luz y la extiende
por la hoja virgen como un sol de palabras.
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