Tacto leve sin color, voz negra que no oigo pues el silencio
es tu membrana, encendida por el sueño, antítesis de luna,
dama que rozas mis extremidades con la sal dulce del misterio,
vivencia del pensamiento en lo hondo de tu esfera inmóvil,
magnitud de la noche en la espesura cálida de mi habitación,
lengua que lames las horas de la madrugada con tus papilas
de aire y tu ojo que no ve las facciones ocultas de mi rostro,
pulmón de oxigeno que vierte en mi piel un rocío de paz,
bruma que cubre mi vigilia tenue de rumores infantiles,
de ausencias que hablan desde la remota edad de lo ido,
emperatriz que ennegreces mis párpados con tus dedos fugaces
de flujo núbil, de ventana abierta a la brisa, al ulular de los búhos,
al aroma de las flores que llega hasta mí como un devenir
de pétalos sombríos en la dormida quietud de la estancia.
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