sábado, 19 de octubre de 2024

Historial de vida

 

Como el alfil del esplendor la naturaleza blanca de su nombre.


La delgada línea del misterio era para mí el hilo que reproducía

en los espejos el mástil florecido de las tardes

cuando el sol anunciaba la voz turgente de su almanaque.


Plácido el camino de los días por las rosas de abril

y los vagos apuntes de la desmemoria

porque en su imaginación el verde, la lluvia, el mar de invierno,

la ermita como una promesa alucinada, el volcán de las noches,

la atmósfera de candil y la música abrevando en el aljibe del sueño

eran puntos de luz entre las sombras proscritas del pasado.


Todo un mundo de olvidos pintaba su luz con ángeles de amor

en el portal de la ilusión, en la quimera dócil de las bocas

que dicen adiós como quien sucumbe a la corriente de los paraísos del agua.


Isla en el parteluz del río, catedral de humo en la noche de los piratas,

su barco en la lejanía fue solo estandarte de galeón,

tibias y calavera sobre tapiz negro que surca la clepsidra

de un mar hostil como aquel que ignora la atracción de la luna

por las largas avenidas de la intemperie.


Himnos de lógica y costumbres viejas en su atardecer,

huida de sí como fantasmagórica imagen,

polvo vacilante en la habitación abandonada,

ministerios donde descubrir expedientes adúlteros,

consejos que escribió al pie de las hojas con caligrafía de mártir.


Igual que la riada que retorna a su cauce la historia crece en sus bolsillos,

árbol de ciudad su cintura, frágil la red que tensa

el músculo de un solo títere, riesgo que avanza

con pasos de noche hacia la yugular vencida

por el filo inmortal de los recuerdos.









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