Tú eres la geografía de mi país secreto,
el alma viva que recorre mi desnudez con su color de luna triste,
el prado, con huellas de nómada, en el trigal que el aire roza
con la sed de una herida que se extiende por el territorio
en cruz de mis brazos angulares, el planisferio en que mis venas
simulan el azul de los ríos que surcan el sagrado edén de los bosques fértiles,
la montaña que, en gesto amante, extiende la alfombra
de su cándida nieve para darle a mis poros la humedad de la flor,
el tapiz por el que mis cabellos se alzan como un armazón
de hilos entrelazados que esconden la lisura de tu faz,
el velo que se agrieta en las horas crepusculares de la vida.
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