Mi calle no existe, solo es niebla y oscuridad.
Un farol o un fanal en este mar espeso, una luz
de cerilla o de cirio entre el índice y el pulgar,
un minúsculo fulgor en medio de la noche húmeda,
una silueta en el espejo brumoso de las nubes
que vaga ceñida por el agua gris del cúmulo,
sin un horizonte claro, sin el vestigio del sol
amanecido en lontananza, primitiva luz
entre mis dedos, fugaz como el resplandor
de un ángel en el vértice de las sombras.
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