Cuento los eclipses de la luna que a través de los días
convierten mi sed en asombro, desnudo como un árbol
sin el verdor de las hojas recibo el aire ancestral
que acude a mi piel con su lengua que brama
en mis axilas cantos de plenitud, ordalías que brotan
de los ejes oscuros de mis pupilas, fiebre que en mi sangre
culmina el festín sin sombra de la luz en éxtasis,
pájaro de un abril florecido recorro con mis alas
el misterio arcano de las islas, la bruma llega
con la túnica gris del silencio a vestir mis noches,
a salpicar con su agua el perfil del presente
donde la cóncava espalda de los arco iris me nombra.
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