Aún se percibe la llama juvenil que acecha el día,
y eres el pájaro del sueño, la fe del iluso que hace
añicos lo real con el fusil de la palabra, el don
del que nacieron las alas invisibles de un ruiseñor
que le silba a la noche con el alegre canto que fluye
por un aire que no se detiene en el arbitrio fiel
de la memoria común, y estás en mi mañana
con tu voz cautiva bajo la jaula de un tiempo
que no reconoce la luz que vendrá a morir
en los cristales del hoy, en la sombra fugaz
que se perfila bajo los puentes que surgieron
sin un río que desembocará en el yo que
se desnuda ante la mirada infantil del poema.
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