Como el agua que primero fue nieve y después un hilo
que corre por el surco del adiós, como el peregrinaje
de un reloj que ha dejado atrás una primavera de rosas
en el carmín de los labios, como el sonido que en los espejos
repite mi voz sin tu perfil de niña en el corazón del azogue,
como la ciudad que en tus ojos resplandecía con sus luces
de alba y su silencio de árbol dormido, como la sombra
que ya no viste tu cuerpo ni espera una luz que desnude
el ansía de buscarte, como el pájaro que voló y dejó
junto a mi cama las rotas flores del deseo, así arribó
tu ausencia, sin el rostro de piedra de la melancolía.
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