Es posible que esta luz que hoy llega viva
ilumine no solo el día presente
sino también las pisadas que son raíz del ayer
si al cerrar los párpados la pátina de una claridad insomne
consigue reproducir con destellos de fulgor
el paraíso de unas imágenes que en el fondo de la memoria
vagan como sombras, luz que invade las moléculas que transitan
viajeras el espacio donde tras los muros de la nostalgia
y desde el sueño del olvido son apenas visibles las horas blancas del pasado,
contemplar el asombro que late en la inocencia cuando el río de la vida
desemboca en el puerto aún vacío de la niñez,
la magia de un arco iris que rompe la línea del horizonte,
la rítmica lengua del mar como un rocío de sal,
la golondrina que fabricó su nido en la cruz de dos bocas que se unen,
el alba y la flor de la luna en el iris de unos ojos
que son por un momento ese océano pálido de infinitud
donde ser refleja el incendio insondable del deseo más íntimo,
tal vez en el revés oscuro de los calendarios
una infantil ansia de claridad abra sus alas a la luz,
y el rayo del día con su sábana de resplandor
alcance la hondura del pozo donde la pequeña historia del tiempo único
guarda sus hitos más personales, la cicatriz que yo quisiera eternamente viva.
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