Nunca envejecerá la casa de la infancia.
En el recuerdo está viva
como un corazón que late.
Ahora ya no es mi casa,
no la habitan nuestros nombres.
El jardín sin podar parece un animal desvalido.
En la fachada hay grietas, en los ventanales
ya no veo la sombra de mi hermano tras los visillos.
Si cierro los ojos revive la luz en su interior,
hay música en las palabras
y un manantial de alegría
en el salón familiar.
Hay casas que nunca envejecen
por el amor que las tienes
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