martes, 28 de enero de 2025

Solitario entre vosotros

 Arroja de ti la luz que sorbe el maquillaje de una conversación tardía.


Crece en el color del vaso tu imagen de ámbar dibujada entre los lirios

que adornan el cristal, de tus labios la honda cicatriz del viento adormecida,

de tus ojos la cálida transparencia del ensueño entre páramos de selva negra.

Te crecen alas en los costados como un árbol de ramas de oro con plumas de satén

sin que el aleteo de tu magia se perciba en la atmósfera húmeda de la noche.

Somos el telar de la palabra que enreda su iconografía con el humo azul

de las bocas alzadas, de rubí el anillo que anuda el blancor de tu dedo,

altos los hombros en escorzo de majestuosa pirueta, en tu perfil

las líneas de la virtud se borran como firma de agua en la nieve del azar.

Danza la música y el cigarrillo enciende su carcoma fugaz crepitando

el papel con sonido de canto moribundo, esta luz de lámparas desnudas

nos ilumina con el abrazo infantil de las estrellas en un remedo de sol

amarillo. Detrás de los espejos hay sombras donde viven las últimas

veladas que dejaron huella en el azogue, diálogos como arpegios sin vocales

ni adjetivos, risas de pulcro desdén, la sutil indiferencia de los gestos, el desprecio

y la admiración cual perfume que intercambia sus nombres según la mirada

se llene de hastío o de ángeles arrodillados ante la docta imagen del catecúmeno.

Y yo, solitario entre vosotros, con el alma proscrita y el corazón exhausto,

enmudezco como la piedra enmudece ante la colmena de luz que la cubre

con el atroz aliento de un vendaval que asola la dura coraza del silencio.

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