Y si no te oigo en mi respirar cuando haces de mí la noche
o asaltas el día con tu boca que susurra un aliento de paz,
flujo sin barreras por los istmos de un continente
que me limita con su solo latir, su sola sangre;
mi único cuerpo que recibe el alud de tu palabra,
la caricia de unas alas en el costado que niega ser unidad
como si en la fosa que inunda los silencios de la razón
hubiera canciones sin memoria, espejos que repiten las fábulas del azar,
pájaros que migran por los túneles de mi latitud dejando de ser pájaros
de un solo nido, voces que llegan con guirnaldas rojas
para habitar mi propia voz, retráctil coro en la penumbra,
mitosis de un espíritu que sobrevivirá al luto de la luz
en la ajada piel del envoltorio que aún me contiene.
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