Lisas como piel de manzana en los días de infancia,
de pasos ágiles porque la ilusión es rauda
entre dos puntos equidistantes.
Sois vértigo y serenidad,
armonía de fémures en un baile gemelo
que me dirige a los sitios que previamente elegí,
a vagabundear por las esquinas de la noche,
a medir con zancadas de ángel
la distancia que separa el ahora del después.
Solo queréis caminar junto a ella-lo confesáis-
como dos pájaros que se dirigen al mismo sur.
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