miércoles, 6 de noviembre de 2024

El instante

 

Ya se ha ido sin que sepa su nombre.


Me poseyó antes de abandonar 

la isla que es mi cuerpo.


Al unirse a otros surge un río donde el pasado,

el presente y el futuro forman un solo cauce.


Queda de ellos una sensación de ausencia

y, en algún caso, la herida no cerrada

o el brillo de un resplandor

que da luz a la memoria.

Nuestra pared

 

Deja que se vista solo de luz.

Sin ningún matiz del color,

sin ningún objeto clavado en su piel.

Desnuda, como tú, al sol de la mañana.

Al marcharte me dice adiós

la silueta de tu sombra en la pared.

lunes, 4 de noviembre de 2024

Tu voz dormida

 

Cómo llega el río del aire a rozar la espesura de mi carne,

con que aliento de sal y trigo maduro se asoma el corazón del día,

amalgama de color en los ojos que distinguen el paso del viajero

por las sendas de la luz, y tu voz dormida en el vientre de los labios,

tu voz que ayer decía luna, matriz, resol, jardín o mandrágora,

como una niña que aprendiese sin pasión el canto de las flores,

su secreto arpegio maternal en el arrullo metafórico del existir,

la sonoridad del agua bajo el tapiz del lenguaje

que fluye en armonía como un don precioso

que ahora ocultas entre los párpados del sueño,

en tu refugio de quietud que es una espiga abierta a la claridad,

cálida flor de paz tu boca sellada por la luz en sazón del silencio.



domingo, 3 de noviembre de 2024

Mi alma y yo

 

Y si no te oigo en mi respirar cuando haces de mí la noche

o asaltas el día con tu boca que susurra un aliento de paz,

flujo sin barreras por los istmos de un continente

que me limita con su solo latir, su sola sangre;

mi único cuerpo que recibe el alud de tu palabra,

la caricia de unas alas en el costado que niega ser unidad

como si en la fosa que inunda los silencios de la razón

hubiera canciones sin memoria, espejos que repiten las fábulas del azar,

pájaros que migran por los túneles de mi latitud dejando de ser pájaros

de un solo nido, voces que llegan con guirnaldas rojas

para habitar mi propia voz, retráctil coro en la penumbra,

mitosis de un espíritu que sobrevivirá al luto de la luz

en la ajada piel del envoltorio que aún me contiene.

sábado, 2 de noviembre de 2024

Poema a la adolescencia

 

Primavera del río que fluye henchido por el agua adolescente
de un manantial puro, espejos de luz donde el asombro
es una guirnalda con el color brillante del misterio fundido
en los ojos que miran el renacer de las cosas bajo la estatura
de un árbol alzado desde su raíz pequeña; raíz de junco en flor,
raíz de tronco vivo, colibrí de la mañana donde trina el ardid
del pálpito, con tus extremidades duras que pían en la noche
como pájaro de metal, como armazón de luna, como coraza
de hilos nacientes, efigie de talismán en la cruz de los hombros,
en tu mejilla de amapola, en el linaje de tu voz, en las piernas
de músculo altivo, en la llama de tu pecho donde das luz al futuro.