Y si interpreto la cadencia de las horas con la lógica de la virtud,
y si me resulta imposible entender lo real porque se esparce
a mi alrededor el maná de la nieve junto al resplandor del estío,
y si no hay oráculo ni fe, ni presagio, ni tampoco los sucesos
de la experiencia abren caminos que den seguridad a mis pasos,
y si es la aventura un sol sin párpados que me señala dónde
está la luz en los espejos, y si lo que vino a mí no tenía raíz
y solo eran ramas esparcidas por la espiral de un aire
que pasó fugaz como la sombra de un tren que huye
de las estaciones a través de los raíles del ensueño.
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