En tus pendientes vi barcos de coral, en tu cuerpo
un mar sin olas, suave y liso como una lámina,
cada pecho es una isla de zumos recónditos,
un hemisferio brumoso donde el tacto
naufraga, un sol que bendice el confín
de la luz al desnudar su racimo fértil;
por ti navegan las auroras de los días
sin crepúsculo, en ti los límites son azules
como cielos líquidos que recorro hasta
el fin, y soy un pez sin nombre por la corriente
que brota de tu piel, y soy espuma en tu cresta de sal,
y soy lo que no ves bajo las anémonas que te visten,
y soy el viento que enturbia tu corazón y riza
el color de tu sangre, azul como jungla de un mar
que amenaza con herir de muerte a la inocencia.
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