Lo que aún era virgen y precedía al asombro, porque
se nace como pájaro que ha de aprender a volar, y hay
siempre un momento en que las alas descubren la luz,
el aire y el color, y ya eres edad que surca la geografía
ignota de unos pasos que crecen, ya vas vistiendo tu desnudez
con almanaques únicos donde las fechas son una cicatriz
y los días un azaroso caleidoscopio que guardará la memoria
como un ave que vuelve al jardín del pasado, a la madriguera
y al nido donde habitan esas flores invencibles de la ilusión
que convertimos en el pulso y la razón de nuestro existir.
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