Voy tejiendo con hilos de ansia el tapiz inacabado que me viste,
en él dibujo las islas que recorrí por el mar sin nombre de las horas,
en él escribo las palabras del éxtasis cuando al fin asoma el fruto
maduro sobre el árbol del tiempo con su pulpa abierta, ya en sazón,
después del frío invierno en que la penuria escarchó la rama sin el sol
benefactor de julio lamiendo su piel aún verde de infantil virginidad;
en él pinto las amapolas que nunca vi que no son de color carmín
sino azules como el cielo de unos ojos encendidos de mar; en él grabo
el paisaje que soy con mis ríos de nieve y mis playas de coral, con el jazmín
en el pecho de un hombre desnudo, con la soledad como una lluvia
que cae más allá de mí en el trigal dormido donde mis sueños
son espigas que brotan tras las huellas que dejó el que un día fui
antes de ser hoy la esperanza alegre de un futuro por cumplir.
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