Solo piedra y sostén bajo el cielo azul de febrero.
Cruzaré desnudo el umbral abierto a la luz
como desvestido de mar
en la duna de un aire sin memoria.
Diez faroles en el pretil donde los pájaros se posan
como vigías que esperan al arco iris
que luce en su vientre
el invisible color de la esperanza.
Hay orillas que son como labios de un manantial
que trae la rosa blanca de la nevada
mordiendo el corazón del río.
Es el río la sangre transparente de los días que fluyen sin ti
hacia el estuario que forma cabellos de agua
disgregándose en la inmensidad sin alma del océano
lo mismo que una voz se disgrega en cien sílabas de olvido.
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