domingo, 4 de diciembre de 2022

Ciento treinta centímetros

 

Me dibujaron con las últimas gotas de una tinta febril.
Todos creen que es tan enano mi mundo como mi cuerpo,
desconocen que entre mis genes descubrí un día la luz
inmensa de un jardín altivo, que hay un cosmos infinito
por el que viaja mi razón oculta, que no existen para mí
los límites que atan a la mayoría: los prejuicios, la moral,
la familia, la esclavitud de la apariencia… No asumo códigos,
mirar desde aquí abajo no es humillación, sino una perspectiva
nueva que da la ventaja de lo singular, las risas o la piedad
las proclamo yo por quien no comprende que la estatura
de un hombre la mide su inteligencia, no los centímetros
que lo alzan del suelo. En mi interior soy grande, tan grande
como un mar celeste, tan grande como una constelación
de estrellas que brotan, sin cesar, de mi corazón indómito.

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