domingo, 11 de marzo de 2018

El futuro como una flor perenne

Antes hablar era un silbo y su armonía.

En el amanecer de los cuerpos
no sudan las metáforas,
tu flor reluce cálida
como si un tizón te habitara.

Mi viento se desnuda
al verte arrodillada junto a las hojas del álamo,
mi carne anida en el columpio azul
quiere tu faz
bajo el abrigo del silencio
que, aún sin quererlo, te acoge.

¿Y el viaje que llama a los anillos incólumes,
concibe el rayo de la felicidad
y no se acostumbra a tu sed intacta?

Ahora las manos se unen,
el tiempo es una guirnalda que se agita
y al fluir en el aire
memoriza un adiós oscuro.

El mañana ansía un fin sin enigmas,
una bandera
y un sol
que tras el albor
nos palpe.

Ahí seguimos
tejiendo el devenir que justifique una verdad,
sin la derrota del ayer,
sin el amparo, tampoco,
de un presente fugaz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario