miércoles, 21 de marzo de 2018

El ascensor

Nunca pienso en su geometría, una caja
sin cristal que lleva en su interior un destino.
Subida o bajada bajo ese raíl que repite
la caricia de los días, el murmullo de la luz
en la visión de los números, la puerta por
la que asoma mi piel, a veces una palabra
que suicida el lenguaje, estaciones de
vestíbulos oscuros donde vive la intimidad
un romance con la muerte. Cuando voy solo
no pregunto por el mañana, ni interrogo a los
botones y su memoria mecánica. Cuando
voy solo sueño con escaleras sin peldaños,
con largas zancadas que me alejen del hastío,
contigo que me esperas desnuda, ansiosa,
como un ángel que sufre.

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