lunes, 30 de septiembre de 2024

Una sirena bajo la lluvia

Siempre serás mar aún entre la lluvia

que pone en las fachadas

el agua dulce de los cúmulos ahítos.


Al regresar de la noche el violeta de tu piel

busca las orillas de un archipiélago

cubierto de sol y pájaros de plumaje vivo,

esencia multicolor de la alegría

que puebla el misterio de la luz

con el dibujo tenaz de una red frágilmente volátil,

desliz de meteoros bajo el azul de la mañana.


No eres voz de exilio en la atmósfera gris de la ciudad interior,

escondes la artesanía de tu cola, los reflejos irisados

que se engarzan como fruto de espiga en el mural

que cubre tu vestido, tras el baile sin fin de tus pasos

que llegan a las plazas, que se yerguen

sobre las losas centenarias con andares de espuma

y reflejos de crisol en los espejos que son de nácar

como las perlas de un océano de azogue milenario.


Siempre serás mar aún entre la lluvia, aún sin la isla,

aunque nadie te llame en la escollera

ni sea tu reino de coral

ni te acompañen delfines acróbatas

por los caudalosos surcos de la infinitud.














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