sábado, 14 de septiembre de 2024

El caminante

 

Voy dejando ceniza en las pisadas yertas,
y me alejo de la luz con la fe del nómada
que emerge desde la cuna de los pies unigénitos.

Hacia lo ignoto, hacia el sol o la sombra,
hacia los espacios sin horizonte que se curvan como pliegues
de océanos ensimismados, hacia las rutas de escarcha
que quiebran el confín de los mundos con el presagio del frío.

Allí, en la vacuidad más solemne, con el blancor de la sal en los ojos
y la metamorfosis de los pájaros que bajan a los abrevaderos del agua
y beben del cáliz pedregoso y rozan con sus alas de invierno las flores del matorral.

Allá, en el lugar arracimado con lianas extendidas para que sean un camino insondable,
gemido de estrellas bajo la luz insólita que proclama la itinerancia
como un desafío de trenes huyendo a través del crisol de la noche oscura.

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