jueves, 5 de septiembre de 2024

Filantropía

 

Te doy el lado blanco de mi alma, la espiga madura de mi trigal,

el óbolo de un amor que no se mira en los espejos, la sonrisa

que, como un pájaro, parte de mis labios a los tuyos;

te doy el silencio para que en ti crezca el libre albedrío,

la bondad del pensamiento que es agua fértil en los recovecos

de los años; te doy el portal de mi casa para que entres a la luz

que, débilmente, ilumina el transcurrir de mis horas; te doy

la llave de un tesoro que no deslumbra con destellos de plata,

es tan solo un corazón que, igual que un ángel, se conmueve

con quien sufre por las penurias del tiempo y de la vida.

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