domingo, 15 de septiembre de 2024

Luz de abril

 

Olisquea el gato las guedejas de la luz.


Es una luz tenue, como de mediodía

que no acaba de verter en la estancia

su racimo de claridad.


La planta no da flor, el jarrón estéril ya no es un rosal,

la pérgola mustia recibe la luz sin la canción de la alegría

en las hojas poseídas por el ángel de la mañana.


Lees tras los visillos para que nadie espíe

tu recogimiento de amapola núbil,

tu ansia de que las letras se conviertan en alas de un pájaro azul.


Se escucha morir el frío en los dinteles, en los alféizares,

en las molduras bendecidas por la luz.


Es otro día de abril.






sábado, 14 de septiembre de 2024

El caminante

 

Voy dejando ceniza en las pisadas yertas,
y me alejo de la luz con la fe del nómada
que emerge desde la cuna de los pies unigénitos.

Hacia lo ignoto, hacia el sol o la sombra,
hacia los espacios sin horizonte que se curvan como pliegues
de océanos ensimismados, hacia las rutas de escarcha
que quiebran el confín de los mundos con el presagio del frío.

Allí, en la vacuidad más solemne, con el blancor de la sal en los ojos
y la metamorfosis de los pájaros que bajan a los abrevaderos del agua
y beben del cáliz pedregoso y rozan con sus alas de invierno las flores del matorral.

Allá, en el lugar arracimado con lianas extendidas para que sean un camino insondable,
gemido de estrellas bajo la luz insólita que proclama la itinerancia
como un desafío de trenes huyendo a través del crisol de la noche oscura.

viernes, 13 de septiembre de 2024

Tu ausencia

 

En el vano, en la hondura de la pompa,

en el hueco que deja el silencio al irse,

estás.


Y eres colmenar vacío, aljibe sin agua,

densidad apócrifa que me llena de aire y trasluz.


Eres las cóncavas alas de un pájaro sin nombre

que siempre quiso ser olvido.



jueves, 12 de septiembre de 2024

La bala del miedo

 

La bala del miedo se aproxima

como un misil de luz.


Se dirige a ti, elíptica

como la órbita de un planeta asesino.


Y es de níquel su piel, de hierro su alma,

de cobre la punta que hiende el aire convulso.


De pólvora el arsenal que esparce moléculas de horror

en la trayectoria que va hacia ti

igual que el suspiro de un lobo

en la noche más cruel.


Te poblarán sus dijes de niebla,

su coral tejido, hábilmente,

como la red de un pescador.


Y no saldrás de ti y no llegarán a ti

los fuegos artificiales de la plenitud,

ni el blanco tapiz que brota de lo oscuro

al derramar la nube el agua de su valentía.


Evita, como puedas esa bala

si quieres ser libre.  























miércoles, 11 de septiembre de 2024

Mujer bajo la lluvia del alba

 

Más que nube o cielo tumultuoso,
claridad en la figura que asoma en los charcos
como águila que despliega la armonía de sus alas
sin que en el azul transeúnte vibre la sonoridad del tiempo,
sin los vestidos que cubren tu piel ya desnuda en mi corazón
que promete círculos de ámbar que coronen los mediodías
a los que regresas después del frío nocturno
y las paradojas del verbo.

Tras el corto latido de la madrugada que en ti se vuelve temblor de luna,
cariátide vivaz de un soportal en llamas,
pájaro de lluvia en la inclemencia de abril,
atisbo de mar en los ojos que aman el gris de la tormenta,
nadadora de la virtud entre racimos de un agua triste.

Un agua que viene a morir en las guedejas de tu pelo
como un lloro de paz bajo las nubes que trazan sobre ti
dibujos de Atlántidas, estandartes de colores invisibles,
islas de algodón en las que viven las sombras
mojadas por la luz del silencio.

martes, 10 de septiembre de 2024

La soledad inhóspita

 

Desvelado, con el voraz aliento que persigue el rumor de las costillas,

la respiración implícita del que vuelve a sí en un retorno de espiral,

laberinto insomne tu coraza de carne frágil, el sitio donde la luna ríe

y los cometas son de papel rojo, el ensimismamiento de quien buscó

la ternura en los pétalos de la quietud y el soliloquio que no ha visto

crecer la palabra entre bocas que silban la metamorfosis del alba;

en ti la savia circular que seduce al cielo de los niños porque

eres temblor de infancia y ademán de príncipe, eres la duda

que resbala por los corredores de la sangre hasta el pozo del silencio;

vas al óbice y al páramo del que cubre las horas de ceniza, y llegas

al fruto como llega el río a su delta de desamor; y en el camino

la ciudad que fue miel de cálices, el pretérito con sus vagones

negros, la fugaz ilusión columpiándose en un jardín de oro,

ese vicio de los pasos en soledad que muere en el cristal,

el carmesí del orgullo al aire, sin hallar una voz amiga donde

escuches batir las olas que acompañan al náufrago y su locura.

lunes, 9 de septiembre de 2024

Éramos jóvenes

 

Aquel tren no llegó a la estación de tu nombre,

pájaros sin retorno en los cielos de la añoranza

vuelan hacia los mares del sur y son aventura sus alas

que llevan cicatrices de olvido en el revés del pasado.


Y son de metal gris tus ojos, el desvaído carmín de los labios,

la ceniza de las palabras que mancha el recuerdo

con el idioma inventado de los sueños.


El ayer ingenuo de las fotografías acude a mí

para decirme que éramos jóvenes como la luz que ilumina

por un instante lo que mañana dormirá entre sombras.



domingo, 8 de septiembre de 2024

Lo que queda de una fotografía

 

El polo azul eléctrico sobre la piel morena.


Hay algo de estatua en mí como de pasiva querencia de la luz

o de imagen que permanece en el alma de las fotografías.


No quiero vivir bajo la dura paz de los relojes

ni ser solo latido que fluye sin dejar huella de sí.


Es una ilusión, lo sé, pero aquí siguen

mi polo azul y mi piel oscurecida.


Y sigo yo con ese algo de mí

que a menudo me recuerda a una estatua.





















sábado, 7 de septiembre de 2024

El tapiz

 

He bordado este tapiz con hilos de color, débiles, combándose

ante la densidad del aire, rebeldes en su longilínea abstracción,

calados por el agua del lloro y las deidades de la crueldad, enfebrecidos,

exultantes en su armazón delgado de hebras entrecruzadas por el lino,

el pudoroso algodón, la aguja que desbroza la piel virgen del cendal

para columpiarse en el tamiz, el lienzo, la palpitante membrana

que da forma a los mapas de la vida, un dibujo que no tiene modelo,

puede ser una cruz, una ola, un pájaro, un horizonte, es, sin embargo,

el rostro quien va calando en el seno de la pieza con sus lágrimas de olvido

y sus risas de nieve, con la perfecta singladura de la piel, con los navíos en los ojos,

la mordaz mejilla, los pómulos de lago o de mar, una isla en la frente

y un pedestal en los labios donde las espadas del amor se cruzaron

para herir el tiempo de las flores blancas, y sí, a veces se rompe la paz de la urdimbre

porque el rostro es de carne y azulea o enrojece, o está lívido como un alba

de niebla, y es la mirada un rosal muerto cuando la mujer se viste de canción

para hendir con la música de sus dedos la red inmaculada de una faz

que deambula por los pechos de una madre vestidos con el tapiz

que teme al atardecer cuando el páramo del sol se presume hostil

y las palomas acechan lo oscuro al esparcirse el recuerdo

de una cara por las avenidas insomnes de la luz.

viernes, 6 de septiembre de 2024

Tus pisadas

 

Te regalo un tren vacío.

Y una catedral sin alma.

El viento sabe que en mi voz tu nombre es un pájaro libre.

La luna odia el color rojo de las amapolas.

Tus pisadas en la nieve son un dédalo oscuro.

Y yo camino por ellas sin encontrar la salida.



jueves, 5 de septiembre de 2024

Filantropía

 

Te doy el lado blanco de mi alma, la espiga madura de mi trigal,

el óbolo de un amor que no se mira en los espejos, la sonrisa

que, como un pájaro, parte de mis labios a los tuyos;

te doy el silencio para que en ti crezca el libre albedrío,

la bondad del pensamiento que es agua fértil en los recovecos

de los años; te doy el portal de mi casa para que entres a la luz

que, débilmente, ilumina el transcurrir de mis horas; te doy

la llave de un tesoro que no deslumbra con destellos de plata,

es tan solo un corazón que, igual que un ángel, se conmueve

con quien sufre por las penurias del tiempo y de la vida.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Las tres en punto

 

Son las tres de la mañana y afuera llueve.


Toca el reloj de pared su melodía de espanto,

asesina el silencio el ritmo sonoro,

puntual como la efímera rotación de los planetas.


El grifo semiabierto late también,

un ojo de agua se derrama,

después otro y luego otro

hasta que llegue la luz del día

y mi mano acalle su lento arpegio de clepsidra.


Son las tres de la mañana

y solo mi corazón no lo sabe.



martes, 3 de septiembre de 2024

La cicatriz

 

Es un río que recorre el mapa de mi piel,

un acento carmesí en la escritura de mi cuerpo,

la flor de la herida que late en lo más hondo

sin que pueda silenciar su raíz quemada

por el rayo de la fatalidad, la miro como se mira

a un párpado viejo que no puede abrir sus pestañas

a la luz, no sé dibujar su perfil en los espejos ni quitarme

su máscara pegada a mí lo mismo que una sombra triste.

lunes, 2 de septiembre de 2024

Los ríos del olvido

 

Su constancia de madre,

su raíz de vida,

su derramada voz de agua

que colma la piel del mundo.



Quiero sentir la lluvia en el corazón,

quiero que moje mis ojos de niño

y me de la bendición de los planetas.


Quiero que se deslice por mi carne como una cascada de amor,

quiero su silencio de eternidad

y su transparencia líquida de flor húmeda

en el manto de mi jardín hospitalario.



Otra vez llueve sobre las rosas de la noche,

otra vez estoy sin ti,

sin tu rostro en los regueros del cristal

que fluyen como los ríos del olvido.







domingo, 1 de septiembre de 2024

La moneda

 

Podría lanzar esta moneda al aire.


Si sale cara veré mi rostro feliz,

si sale cruz veré un desierto hostil.


No sé si la vida se resume en un acto de azar,

si la predestinación es algo más que una forma de justificar el miedo,

si lo que de verdad ocurre es que nos negamos la capacidad de decidir.


Aprieto la moneda con el puño cerrado

así no veré ni la cara con mi rostro feliz

ni la cruz que augura un desierto.


Esta moneda solo me servirá para pagar un vaso de vino

en este café sin gente.