lunes, 29 de mayo de 2023

Amor fantasma

 

Llegaba la noche de los murciélagos
con la cruz del alba dormida
y las olas celestes acariciando tu rodilla azul.

Sube de la tierra la lluvia que cayó ayer hasta el altar del cielo,
me hablas, me dices anémona, nomeolvides, oropéndola
y no sé de qué horizonte, de qué nube, de cuál lugar
cae el sonoro lienzo de la palabra, la rosa que entregas
con su tallo de piedra y su calor de enjambre.

Me buscas en el rojo, tu ansia, yo encendí la hoguera
sin que el corazón me mandara, yo presentí un rubí traslúcido,
imagen de un ángel en tu cintura, yo vi el clamor del cuerpo
desenredándose como una madeja de escarcha, dura, quebradiza,
sierpe de rocío al sol que te abriga cuando eres espalda y no mi sombra
bajo el árbol que dibujé, no la viña junto al mar, no la muralla
en los ojos de la noche, no el ardid de la piel que, tras nueve preguntas, miente.

Quizá el crepúsculo y la bondad de la hojarasca, el río cruzando el arco de tu orilla,
el ruido que hace el amor en las horas de la lechuza,
y el rombo que dejaste en mi pecho como tótem sin dios,
nieguen la fugitiva senda que el dromedario no volverá a recorrer.

Decorarás el futuro con alfiles de niña multicolor,
hay insomnios en las paredes y cuadros que sueñan su laberinto,
hay cromos olvidados en los cajones y cartas suicidas que nunca escribí
dentro de un sobre transparente.

No es fácil recordar si todavía estás aquí
si quien niega, niega tu presencia,
si quien recuerda, ha dejado de ser yo.

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