domingo, 8 de enero de 2017

Añorándote

Que nadie ocupe el espacio de tu luz,
puerta que ambiciona un rebumbio
o efigies tras la lluvia que crece. Solo
hay una verdad que llora, es la imagen
que subyuga el árbol que eres, la sincronía
amarilla de un semáforo. Qué vulgar asoma el
pensamiento cuando bifurca la claridad de mi ayer.
Ráfagas de un laberinto, espejos que dan al sol
un nombre.¿Dónde el ejército de esta multitud
alada que escribe un arpegio en la caricia? Una
palabra se vuelca en los horóscopos del silencio
y son los signos de un tren el lenguaje de las flores.
¡Que vuelva la nube a su transcurrir de olvido,
que el recuerdo sea un don de oscuros ejes
para que la luz no encienda este cúmulo de
añoranzas en mi ataúd imberbe, en mis horas
de ceniza!

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