miércoles, 3 de abril de 2024

El tiempo detenido

 

Rompieron en lluvia los pájaros

el día de la luz sin el azul de tus ojos.


Eras un barco de flores en la inmensidad de un río sin fin,

eras un capullo lunar con tu alfanje pálido y tu rosa blanca

dormida en la calidez de tu vientre.


Y venían las olas de antaño, así con su lento camino de espuma y sal,

a morir en los corales de aquella isla sin habitar

que una vez dibujé sobre el océano de tu piel en calma.


A través de los horarios rotos y la paz de los relojes nocturnos

el tiempo se vuelve cristal, tus labios son de mármol

y tu corazón no late al unísono de las horas que palpitan inútilmente

con su armonía pasajera de viento fugitivo.


Ya no hay un sur de balcones engalanados

ni licor febril en las arterias agotadas por el estío

y la seca raíz de los días sin tránsito.


Pero cuando miras yo aún veo en ti

las amapolas de todos los crepúsculos alzarse,

y eres de luna y eres de sol,

eterna como un rayo que no acaba de morir.

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