lunes, 8 de agosto de 2022

El ruego de Antígona

 


Yo sé que los dioses reclaman al hermano. En el vientre

de la noche una voz antigua, de niño, implora eternidad. 

No traiciona quien en la lid esgrime las mismas razones,

parecida ambición, idéntica locura. Quiero que su alma

tenga un sitio en el Olimpo donde los espíritus dialogan,

quiero el laurel en sus sienes, quiero para Polínices el destino

de los héroes, la inmortal luz de la gloria. La ley humana

es ley de cuerpos, la podredumbre no es el hábito de la dignidad,

sino la huella que el poderoso clava en el vencido, con la ira

de quien entiende el desafío como una afrenta de sedición.

Llegará el castigo, la luz morirá, para qué proseguir si ya

no hay noches de luna en mis ojos. Mañana colgaré del cáñamo,

que los dioses sean benévolos conmigo y también reclamen mi alma.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario