lunes, 7 de diciembre de 2015

La luna en éxtasis



El rojo, el rojo es un viaje sin regreso.

Trenes olvidados en los muslos jóvenes,
una luz que tiembla inconstante
como una luna en éxtasis,
los raíles de un tranvía en los ojos de la lujuria.

Impronunciables las lágrimas del laberinto.

El neón verde irrita los besos de la noche,
la imaginación quiebra el cristal de las copas álgidas
con su color de mar y sus infinitas hélices.

No hay rompeolas en la prisión de las calles,
sudan los faroles la inquietud de los mentones de niño,
de las trenzas frágiles
como ramas de un árbol de navidad.

Solo es posible un camino entre la sombra
y el brillo ecuestre de la aurora.

Ese camino dibuja un mapa en tus pantys ajados,
se esconde en la felpa de una falda púrpura.

¿Es el tiempo de la palabra encendida entre los espejos,
la parusía amable de un abril
que ya es demora?

Quizá las celosías
nos demuestren que la voz se escribe en susurros,
que unos labios hablan más que un poema
cuando su encuentro es otra carne.

Hoy estamos aquí y es la luna nuestra ciudad.




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