sábado, 26 de julio de 2025

El hombre consciente

 

Poco a poco me voy dando cuenta de lo que he vivido.

Nunca en el instante, bajo la luz exacta, en el segundo

preciso la consciencia se reconoce en el espejo de la realidad,

desde el paraíso umbilical donde el germen crece hacia el ser

que vendrá, con la infancia desnuda de dolor porque los ríos

ríen bajo las nubes del futuro, al rayar el tiempo joven

de los espacios sin límite, la honda quietud de los lagos

fértiles que esperan un silencio vacío, con la claridad

y el ímpetu de los cometas que se desplazan por un confín 

límpido, sin el acecho de los lobos de la vejez, cuando 

la lluvia es un arco iris en los ojos que vibran con la partitura

inmortal de las vivencias, en un ayer de lunas redondas

como un océano de leche oculto por los párpados de la luz,

sintiendo el fluir de la sangre igual que un torbellino de olas

enfervorecidas, al trasluz de los nombres que desplegaron

sus alas en la lejanía de los ecos inmemoriales, ahora sal

en la llaga de unas fotos caducas, al aire las flores ya marchitas

de la plenitud, con mi voz que se quiebra como cristal fúnebre,

con los aljibes henchidos de llanto y la ciénaga del tiempo hundida

bajo los pliegues de la edad, ya solo un hilo de abalorios

sin mensaje refulge dentro del corazón igual que mil pulidas

rocas erosionadas por la paz de los relojes que gotean

su insomnio sobre la ridícula estación de los recuerdos,

así el pábilo de un cirio se comba y deja de ser luz, féretro

de negrura que se extinguirá como el humo hasta que solo quede

un débil perfume de sueños estériles certificando el adiós de un hombre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario