Hablo contigo en el silencio donde la palabra es oscura,
allí en la sima no hay luz, solo el negro pulso de las horas
me hace sentir que tú eres la voz más simple, el corazón
que acoge el dialogo íntimo del cuerpo y la sombra
entre minutos que riegan la senda de los días.
Tú me hablas de esperanza y yo te anuncio ceniza,
tú te crees inmortal y yo soy carne que va pudriéndose
poco a poco bajo el lento devenir de los calendarios.
Vuela con tus alas de ángel por el cielo donde no habitan eclipses,
déjame ser la brisa que transcurre entre el amanecer y el ocaso
hasta que la oscuridad ya no llame al sol y termine de una vez
la singladura de mi existir como barco que encalla en la costa gris del olvido.
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