lunes, 1 de julio de 2024

Voy en un tren

 

En el entrante de la ría el faro enjalbegado de cal

con un coro de gaviotas a su alrededor

ilumina la primera hora del anochecer.


Un hombre solitario sentado en el noray del espigón

cose la red que le dará alimento y vida.


No hay nadie más, tan solo el crepúsculo que llega.


Voy en un tren y lo que está frente a mí es, en realidad,

una fotografía que decora la pared del vagón.


Y, sin embargo, parece que estuviera allí,

que yo fuera ese hombre que con paciencia maternal

remienda los hexágonos de una nasa antigua de pescador.


Solo que yo estoy aquí, sin faro, sin red,

ni más horizonte que la llanura infinita

y un sol, sin mar, que se acuesta entre trigales,

allá, a lo lejos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario