martes, 4 de julio de 2023

Los anhelos de Franco Battiato

 

Ágil soy como el arpegio de los ángeles,

la armonía es la palabra que el aire elige como bandera,

miles de universos, culturas azules como los lagos del Nepal,

la raigambre de los ópalos y el cono inventado por la luna

de los Balcanes, los olimpos invertebrados y este látigo

que de mis hombros nace, que fluye y golpea la incandescencia

del tiempo y la lógica.

 

Qué música sin mapas escribiré

si los trenes en la nieve, las ciudades de ámbar,

los hospicios de África son como diamantes perdidos

en el fulgor de un verso, una metáfora surreal en la sima

del inconsciente; el ritmo de diez octavas vuela sobre mí,

los nómadas ya no caben en mi boca, aquel abril que quise insolencia,

no inquietud, no artilugio, no razón de un discurso impar.

 

Canta conmigo hasta el fin, porque en los tejados aún danzan los derviches,

en la isla de Bali el color es neutro, y hay mandrágora,

azul intenso y romerías en los aquelarres del azar.

 

Siempre a la busca de un oro gris, la perla de un sueño

rima con mi nombre, vestido de cualquier forma,

como si las alas no quisieran volar, gesticulo,

títere amorfo de los escenarios sin voz.

 

Dejadme sentir el aire cálido de los magmas,

no el oxígeno viciado de la realidad,

dejadme morir como un hombre,

nada en mí hay de santo, ni soy umbral de comedia.

 

Dejadme junto a las olas de la fantasía y de los duendes,

junto al misterio y los ritos ancestrales, junto a la luz

de lo arcano que nunca conseguí ver tan clara como ahora.

 

 

 

 

 

 


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