miércoles, 6 de mayo de 2020

La desgracia

No se anuncia, se embosca y espera. Solo
habla cuando el cepo ha caído sobre la risa.
Te desnuda y vierte su tez en ondas fértiles,
suicidas, enjambre sin salida del atardecer.
Es un accidente, una palabra que sella una historia,
la muerte que hereda un corazón que palpita.
No la ves venir, o sí, a veces todo se vuelve
crepúsculo en un desierto que arde, manantial
capado, el sin vivir que fertilizó la miseria.
Su nombre se dice en las esquinas, en los corros,
golpea el pensamiento, atrae a la locura, se sufre
como un rayo inaudito. Vendrá la desgracia,
tú lo sabes, igual que los lobos merodean
un cuerpo exhausto antes de desgarrar la piel
vencida. Construye un fuerte con el amor y la testuz.
Que no te sorprenda el yugo del azar, levántate
como un dios pequeño que protege su casa
contra el desafío. Y nunca, nunca, llores.


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