miércoles, 29 de enero de 2014

El retorno

Hoy no es igual
el paisaje de la memoria.

Ni tampoco el escenario frío y ausente.

Ya solo es la entrega hacia la luz
nuestro equinoccio.

Nadie sabe la edad del día,
en las vértebras del reloj
un mudo clown
viaja frágil
sin conocer la música.

Buscamos el ala protectora de la niña amable
mientras el silencio de un hogar se viste de cristal
y tubos de neón.

Únicamente la ciudad reconoce el paso lánguido
de la osamenta, la piel que mira al mar
sin ganas de saberse.

Ahora es el tiempo de las manos
y sus círculos de aire,
también lo es de la ausencia inconmovible,
de los espacios abatidos por la retama del ayer.

Nos pusimos un nombre como árbol,
estirpe o canción.

Y fue la esperanza el único germen
que cultivo las horas.

Hoy el signo ha crecido
como cruz fuerte y velluda,
su rabia estremece las raíces
igual que un soplo de huracán
o lascivia.

Desde el lugar en que la ventana descubre
las lágrimas del agua
pienso en la herida,
en lo impreciso que resulta
el tránsito de una ilusión
que ya cae,
cae.

2 comentarios:

  1. Todos los tránsitos, especialmente el del conocimiento, resultan imprecisos. Además de inútiles.
    Salud-os

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  2. Gracias por dejarme tu comentario. Un saludo cordial.

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