lunes, 31 de diciembre de 2012

El Café-Concert


Está la imagen del hierro descolorida y firme.

Su puntualidad de veleta llama a la noche y ejerce
como periscopio de los invencibles sueños.

Un adorno de piedra, dos escalones sin virtud,
la atmósfera como un maquillaje que nos enseña
las inútiles trampas del verbo.

En mi copa tu luz, en mis rodillas la quieta sombra
de la ausencia. Hablar con los collares dibujados,
sentir el furor de la música en las persianas del vientre,
en la enredadera del sentimiento, en los ojos tristes
del vencido.

Llora el reloj sus hélices nocturnas, mientras el dedo
de la nostalgia prorrumpe sobre el caracol de la conciencia
y desnuda sus alas de mercurio.

Amarillean los ecos del cantautor, sobrevive la samba
en un saxo infeliz, la ola del futuro va y viene
entre mis teclas y tu voz.

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