En un bolsillo los mapas del mundo.
Te ofrezco mi hora de azúcar o quizá
la palabra en los posos del café. Un bar
donde crecer juntos, la mística de la luz,
el orgullo del fuego. Se quema la brasa
con cada párpado y tú me sonríes, sin
saber de doctrinas, libre como un sol
rojo.
Vaya,
ResponderEliminarhacía que no comentaba un poema tuyo...
y qué decir que no haya dicho ya tantas veces, me alucina leerte, desde hace tiempo.
Gracias por hacer este lugar donde poder leerte asiduamente.
Un abrazo Ramón
Gracias a ti, Antonio. Es un lujo tener lectores como tú. Un abrazo grandote.
ResponderEliminarEn este poema, como en algún otro que te he leído en el blog, veo un estilo diferente al que te conozco, más transparente, aunque con destellos de esa imaginación deslumbrante que aplicas al mundo que poetizas. Este poema es muy bueno, en su brevedad, por lo mucho que transmite y sugiere...
ResponderEliminarUn abrazo.
En las cosas sencillas reside lo importante, un placer leerte, gracias por compartir.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola, Juan. Este es mi rincón y aquí publicaré cosas que quizá no ponga en los foros(ya veremos) Agradezco tu paso por este oasis que aún está algo mustio. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Montse. Tienes razón, las cosa sencillas son las más fáciles de compartir. Trataré de hacer accesible este espacio. Un beso.
ResponderEliminarNo conocía tu blog, Ramón. Es un placer llegar hasta aquí y leer tus excelentes poemas.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Enhorabuena
Ana
Hola, Ana. Abrí este blog recientemente para poner algunos poemas y otras cosas que me apetezca. Ya sabes que aquí serás siempre bien recibida. Un abrazo.
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