El tren por los raíles del agua asoma la testuz
como un pájaro fugaz que atraviesa la noche.
Viajo sin el alma proscrita del reo-cárcel del silencio su voz-
ni el corazón insomne de un hogar roto, viajo sin el mañana
del árbol, sublime raíz de la quietud florecida,
viajo por las celosías abiertas a la luz,
por los túneles sombríos donde moran las estatuas
del tiempo detenido, por los estanques de cristal y las dunas
como pestañas de mujer en los ojos sin abrir del futuro,
por las vías de hielo que se derriten a mi paso
entre vítores de alud y ríos de carne líquida.
El tren me lleva con una incógnita azul en el vagón sin nadie,
sin nada más que yo y el humo pálido que brota de mí
igual que una nube de victorioso azar en la noche de los espejos vacíos.
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