viernes, 28 de junio de 2024

El rastro de tu nieve

El color invisible que deja un nombre al transitar los sueños.

Si la costumbre no perdió sus alas de mariposa azul,

si en los trenes de la madrugada tu voz se escucha

igual que un latido de inalcanzable luz, si detrás de la celosía

te peinas sin que yo sienta en mis cabellos el temblor de tu mano

al desenredar la ola que acaricia el desnudo hombro; yo buscaré 

entre la hojas mojadas de mi árbol hasta encontrar el rastro de tu nieve, 

tan fría como el olvido, tan estéril como el recuerdo.

jueves, 27 de junio de 2024

El estudiante

Te alimentas con el agua del pensamiento,

esponja que absorbe las palabras, los signos,

los símbolos, las imágenes perennes de la vida.


Tú que vives la libertad desnuda del príncipe que es la libertad del ocio,

tú que entre los lirios de la noche no encuentras besos blancos.

Tú que, casi adolescente, conociste el silencio de la ciudad,

la melancolía de quien surca el cauce de un manantial

que acaba de brotar en orillas lejanas.


Tú que aprendiste a responder con la serenidad de un árbol joven,

fuerte ante los vientos que ya no quiebran tus raíces sólidas,

con el impulso de la juventud flotando en la efervescencia

de tu sangre como una lava roja de amor y frenesí.


Tú que en las aulas, con los ojos abiertos a la sed de vivir,

no te imaginas anclado a un oficio viril, a la realidad

de unos hijos que en nada se parecerán a ti,

al desencuentro que llegará con quien fue afluente de tu caudal,

compañera y madre de tus sueños; disfruta hoy

del esplendor que nimba tus días, pues en la lejanía

del mañana solo encontrarás junto a ti la memoria

de un jardín fértil que, sin previo aviso, ha dejado de florecer.


miércoles, 26 de junio de 2024

La espera



Día oscuro en el cristal donde no aparece la imagen de tu cuerpo.



Me acostumbré a la espera como se acostumbra el niño

a la plegaria nocturna del perdón, la taza de café adormecida

también espera que el remolino blanco, el ojo donde la espuma

forma rostros de olvido no olvide el tuyo, memoria de una luz

en la mañana con el resol mordiendo como un dulce lobo

de claridad los vestigios de una piel que ahora se dibuja,

con indolencia, en el trazo circular de una cucharilla de alpaca.



Algún día la espera dejará de ser un sueño y los párpados se abrirán

como los frutos del estío se abren, carnosos, a la avidez del gusano

que, pacientemente, los roe.

martes, 25 de junio de 2024

Como un árbol cansado

Pasan los ejércitos de las horas entre aires calmados

o de vendaval, sin que la edad sepa cuál es el día de la quietud

y cuál el del asombro, la desgracia o el del feliz arpegio

de una música que decide el curso anacrónico de un río.

Vienen los cirios del resplandor con su amarillo pálido

a iluminar el recuerdo donde se posó la semilla de un árbol

que creció en mí hasta que, combado por la letanía de la lluvia y el sol

el tronco no siente la sangre de su raíz alzarse, manar hacia las hojas

cada vez más ocres sin el agua del renacer en sus peciolos negros.

Pasaron las nubes sobre los párpados caídos de la añoranza

con la epifanía del olvido en su vientre húmedo, y los besos de cristal

amanecieron en los labios, como el purísimo cuarzo de una carne

que minuto a minuto se convirtió en piel de estatua cuarteada

por los ignotos eclipses del destino; entre las sombras del día

las huellas sin perfil no reconocen mi densidad que, una vez,

fue ósea vivencia de un árbol sin linaje en las ramas,

desnudas y azules como las frías manos de un muerto.

lunes, 24 de junio de 2024

A un reloj de pared

Madrigal sonoro que en tu latido mecánico encierras la voz del tiempo,

bajo tu cáscara de caoba, de haya o de roble hay mil engranajes de lentitud,

tu péndulo tenaz se mece como una cuna de plata,

con la constancia de un latido tras el cristal esmerilado,

con el índice invertido como si señalaras a la tierra profunda

donde las horas ya no son la medida de la luz,

como si en la faz blanca de tu rostro un recital de números repetidos

exigiera un beso circular que no acabara nunca de morir,

en tus agujas asimétricas solo hay ríos infinitos,

ríos que transcurren por un único cauce que nos niega,

una y otra vez, el sueño de ser eternos.

domingo, 23 de junio de 2024

Fotografía

Tu rostro adquiere el color desvaído de las banderas ajadas

al inclinar el mástil de tu cuerpo igual que un galeón azotado

por los aires impredecibles del azar, y es como si la derrota

futura que vendrá con la vejez iniciara un canto de pleitesía

ante el curso inclemente de los relojes; pero hoy estás ahí

sobre un puente borroso, a las puertas de una ciudad medieval

y hay en tu timidez un cariño triste de despedida no anunciada,

un secreto oculto en el mapa de tu corazón que desvelas

sin alegría con un rictus de ternura en los labios. Te veo

bajo la luz, quizá del atardecer, a tu alrededor los idiomas

revolotean como flechas sin destino; es posible que la lluvia

te espere al llegar a tu casa porque en tus ojos hay nubes

que dormirán contigo para derramarse en la tierra del sueño

igual que se derrama la vida en las fotografías de la infancia

cuando del futuro queda, tan solo, un presente ya fenecido.

sábado, 22 de junio de 2024

La llamada

 Venid a mí con el fluir del arrullo en los labios de la templanza.




Oh! pájaros que habitáis la isla verde, oh! mineral negro

que forma crestas de betún en las playas de la noche.



Oh! cactus sin el agua del perdón en su raíz,

oh! sol que con tu anillo de oro nos iluminas con lumbre de paz,

oh! luna que nos regalas los rayos de la claridad entre sombras de silencio viril.



Oh! sí, venid desde el atardecer volcánico

donde el siena del color

viste las montañas de oscuro y el océano en los ojos

es una lámina que agita sus rizos de sal

para que el iris no conozca la quietud sin pausa de los jardines de piedra.



Ah! venid con el árbol del magma en ciernes, con el sedimento de la nostalgia

que exige una flor de luz en su ramaje fósil.


Oh! venid y ved como en el sur de la isla hay rosas de almidón

que brotaron de mí sin el ángel del olvido en las entrañas.


viernes, 21 de junio de 2024

La cicatriz de mi nombre

 

Hay en ti memoria del árbol que abandona en el mar su ramaje,

porque en el azul de tu vestido he visto el mapamundi de las islas

inhabitadas; y más adentro la catedral del bosque con su fuente

que reverbera bajo la luz donde las mariposas son abalorios

que cuelgan de los troncos envejecidos, y el color finge

no ser color para que la ninfa oculte su perfil de agua

bajo las flores que el aire mece con el arrullo de una música

de trinos dulces en las horas de un mediodía fugaz. Pero hoy,

en las estelas que dibuja el mar junto al roquedal del espigón

has arrojado semillas de púrpura, y, también, una flor blanca 

de pétalos carnosos como labios húmedos que flotan junto 

a la cicatriz de mi nombre, ya convertido en pez de tu estanque,

en cauce de tu río, en rumor de tu ola eterna.


jueves, 20 de junio de 2024

Vagón sin nadie

 


El tren por los raíles del agua asoma la testuz

como un pájaro fugaz que atraviesa la noche.


Viajo sin el alma proscrita del reo-cárcel del silencio su voz-

ni el corazón insomne de un hogar roto, viajo sin el mañana

del árbol, sublime raíz de la quietud florecida,

viajo por las celosías abiertas a la luz,

por los túneles sombríos donde moran las estatuas

del tiempo detenido, por los estanques de cristal y las dunas

como pestañas de mujer en los ojos sin abrir del futuro,

por las vías de hielo que se derriten a mi paso

entre vítores de alud y ríos de carne líquida.


El tren me lleva con una incógnita azul en el vagón sin nadie,

sin nada más que yo y el humo pálido que brota de mí 

igual que una nube de victorioso azar en la noche de los espejos vacíos.



miércoles, 19 de junio de 2024

Los viajes decapitados

¿Recuerdas la inclemencia de los oráculos? 


De ninfas y licores, 

de robustos manzanos y heridas en el sueño 

se escribe el viaje. 


Nuestra vigilia son los frutos indómitos del sur, 

un día el pájaro ya no vuelve, 

esconde su ala bajo espigón, mar rubio o centinela. 

Todo para transigir con la piel y vencerse como un pétalo. 


Un día los robinsones añoran esa virtud indescifrable de las telarañas 

y regresan al vacío, a su sombra. 


Hay viajes de terciopelo que sobrevuelan andenes, 

hay mecánicos signos en el alelí de tus manos. 


Esa inquieta verdad inclina el rojo puente, 

ese suicidio de claveles define una ciudad. 


Aquí en esta celosía de adobes yo finjo tus océanos 

mientras aclaran los tranvías su color.

Tu carta

Sin firma, igual que la postdata de un dios,

sin las palabras del duende en tus labios de papel.


Con el oro de un lápiz que marcó las negras cejas del amor,

con el ejército de las palabras en la retaguardia

de un sentimiento oscuro.


Sin la voz próxima que murmura frases de niebla,

con el breve silencio que emiten los renglones blancos

de las confidencias amargas, me llega tu misiva

que ahora enciende el fuego que da calor al olvido.


El espejo inhumano

Lámina del caudal vertido, cenit de realidad que acentúa

la longitud sin límites del pasado, caballero neutro de fina piel,

doblez ambigua que refleja las pisadas de unas horas sin presente

ni futuro, geometría de los contornos donde viven las edades

de la especie, ilusión de verse más allá de la lisura en la cóncava

claridad de la niñez, crisol que funde las agujas de un despertador

anclado en las fosas de un nombre, árbol de plata, ramaje de olvido,

raíz de eternidad, oráculo de la vejez en los ojos del tiempo que nos mira.


martes, 18 de junio de 2024

Plegaria a un hogar perdido

 

Acógeme con tu abrazo de caoba y espejos sin pulir.


Pulsa con tus teclas de falso violín mis arpegios que en el silencio

ocre de la infancia fueron la llamada al trino fiel de los pájaros nocturnos.


Dame tu calor de osa virgen mientras el frío extiende sus sábanas

sobre el mantel de la costumbre con que habitamos la cordillera de los días.


Escucha el ronquido de la luna que es para ti una máscara de luz

entre las sombras que acompañan el latir de tu corazón solitario.


Sé cárcel de mis sueños que vuelan por tus paredes con la gracia de un colibrí feliz.


Sé nido y límite de un útero que se esconde bajo las agujas de un reloj varado

para así concebir palomas que muerdan sin temor en el cristal de la añoranza.


Dibuja en tu piel el cobijo de una nube estéril para que no llueva sobre mí

el humo que arrojan los trenes de la vida al marcharse.


Sé, en fin, lo que yo no soy, un alma que sobrevive a la quietud de un cuerpo sin memoria.

lunes, 17 de junio de 2024

La lluvia del adiós

Algunas veces la lluvia no escoge ser gota de bendición

sino restallar de látigo que encharca el corazón de la tierra;

la lluvia es también un ojo de lacrimal perpetuo que riega

la piel de los hombres desvalidos ante el mundo de las almas

aleves; la lluvia y el arco iris que roza la faz de las nubes con el lápiz

multicolor del ensueño movido por un sol que abreva su sed

de luz entre las cortinas de un agua virgen; la lluvia y el aljibe

en el que ocultan los ríos de la gratitud su mortaja abisal, allí

los peces del día son pétalos que flotan como ceniza de rencor

que se diluye en negra pez; y es la lluvia al verter su perdón

en los adoquines de mi calle una cicatriz de charcos borrosos

donde se escucha el sonido de un adiós sin el altavoz ausente

de una metáfora abrumada por el caudal de los desencuentros.

sábado, 15 de junio de 2024

La infiel

Silencio en la cordillera de los omóplatos al devenir

de un índice que no escucha el quejido de un músculo

en su desliz azaroso por el mástil erguido de las vértebras.


El vientre que es un espacio lunar donde el apocalipsis

recrea en tatuajes lívidos las palabras de la destrucción

con la voz afónica de un ángel sin la piel de la infancia.


El largo jardín de los muslos y las corvas que se pliegan

como un guiño de flores impías en el sol de la tarde.


Y el volátil efluvio de tus caderas preñado por un aire

que dibuja en mi cielo las infieles pisadas de tu ausencia.


viernes, 14 de junio de 2024

Amor de río

 

Y tú que escribes con tinta de almidón las palabras de la niebla

sobre el agua en calma, y tú que no conoces la turbia cicatriz

que en el remanso del río nuestro fue un delirio de espuma,

ni dejas que el ramaje acote en sombra tu cortina de flores

caídas en los lunares silenciosos del aljibe, y tú que en hilo

de manantial fluyes desde el rumor antiguo de la pétrea canción

del origen, y vas con mayestático paso hacia la boca de un mar

que sorbe el brillo de tu iris acuoso con la sed ancestral de la duna,

y tú que desde la catarata de un nombre mojaste mis orillas y después,

como el río, fugaz cometa de la ilusión en los cauces de abril,

te convertiste en eco de lluvia, cáliz de rompiente que deletrea

las sílabas del olvido si a mi estuario no arriban las anchas formas

de tu desembocadura como una ofrenda líquida de amor verdadero.

jueves, 13 de junio de 2024

Mientras duermes

 

La palma de hojas verdes en el vestidor de la madrugada

y la gran acequia que es tu río de orillas y nieve.


Fluido del pálpito con las venas abriéndose en círculos

como las preguntas que al azar escribe mi mano

dentro del cristal de tu seno gris.


Tizne de la quietud en la enredadera que mancha

con el alquitrán de la pez los párpados del ángel,

acechante, mortal en la moldura de líneas redondas

bajo la cincelada canción de los niños futuros.


Sin la costumbre avizor de las palomas en el alféizar húmedo de la seda,

sin el dintel de oro ni las flores blancas en el búcaro.


Sin la paz de los espejos que una luz ámbar,

incauta luz del festivo candil, deposita en los hombros

que ahora empiezan a verterse como dos alas inútiles

sobre el cielo de unas sábanas de encaje azul.


Es el dulce silencio, la falsa memoria muda de los relojes

sin labios en la noche de la lágrima y los búhos ciegos;

es el mimbre que urde con nudos de red multicolor

las enaguas de tu abril dormido, quienes a ti te invocan

como a un rayo de sol en el carmesí de los vitrales

de una catedral somnolienta.

miércoles, 12 de junio de 2024

Un nombre hostil en el mar de mi memoria

Perdido en la sombra del presente acicalo mis cabellos

para volver al fugaz idilio de la secreta magnitud del crisol

y el oro, de la pálida creencia en el hechizo que asusta

a la memoria con las guirnaldas del desdén en los iris

moteados por las huellas de la nocturnidad, proclive

yo al arrabal que muere en las acequias del devenir

con himnos que acompañan la inclinación del agua fiel

por los corredores en barbecho de la senectud, sin sintonía

ni cauce, ni niñez ni barcos desnudos como espigas en el mar

azul, en alabanza y música de la clara ola mordida por el viento

y la sal que deja en la piel del dique la espuma de un árbol

marino con sus ramas de nadador extendidas por la cordillera

de un diálogo escrito con las interrogaciones que el humo y la fe

esparcen como páginas grises de perdón enroscadas en ondas

fértiles para así resplandecer bajo el imperio de una luz

que ilumina, a la vez, todas las letras de un nombre hostil

que no me permiten oír el eco de tu olvidado trino.

martes, 11 de junio de 2024

El cirujano de la nostalgia

Disipo las nubes de la memoria para que el sol de la claridad

ice su corona de pámpanos y flores entrelazadas de luz.


Con mi bisturí de sueños desbrozo la selva de las heridas antiguas,

las del desamor y las de los satélites ilusos que navegaron por mis ojos

de mar esquivo donde ya no crecían las raíces de la ilusión soñada,

solo las mariposas que iban al encuentro de los arco iris nocturnos

con las pústulas del desencanto en las alas.


Hallé las caricias de la verdad entre símbolos azules de yeguas al trote

por los jardines de un castillo sin banderas blancas en sus lindes.


Conocí la serenidad de la lluvia transitando mis arterias

como un espejo colosal de lágrimas dulces

que mojaran el páncreas de mi juventud

lo mismo que un hisopo moja el perfil de los ángeles risueños.


En mi corazón dibujé las estrías del silencio con sus vértebras

besadas por la luna de los páramos en flor.


Y es al coser el mapamundi de mi piel bajo la luz de los nombres sin rostro

cuando siento el filo de la nostalgia transitar mis orillas.


Y, al fin, me curo al recordar en mi vientre las amapolas que un abril me regalaste

mientras mis dedos, al tocarlas, no intuían la sed oculta bajo el carmín de sus pétalos.

lunes, 10 de junio de 2024

Creencias

Creo en las obras de la palabra cuando es tu verbo quien enciende

los paisajes de mi vida, creo en los espejismos si al abrir de nuevo

los ojos tu carne y la mía se funden en un horizonte cercano de lunas

celestes, creo sin creer que hay un dios en los eclipses que dan sombra

a los espejos de la tristeza, creo en tu voz que acompaña mis susurros

al musitar las frases más antiguas que son las del perdón por la herida

que causó la inconsciencia de los actos, creo que nací para el olvido

porque mis huellas son de manantial y mis ecos no me siguen al volver

las esquinas del presente, creo en la tenaz lucha del árbol por alcanzar

la noche iluminada por satélites de cristal que solo son sueños de la raíz

en las hojas rutilantes de la primavera, creo, a veces, que has fingido

estar junto a mí con el coral de tu enagua tapando la silla donde el primer

ardid conquistó el alma ilusa del amor primigenio, creo en la perfección

fugaz de las horas que llenan de claridad los iris azules que me observan

después del silencio y antes de que la palabra brote en el cáliz de unos labios

rojos, creo, sin más, en vivir si tú sigues aquí como un fanal que enciende

la crisálida del futuro para que la noche nunca nos halle durmiendo a su lado.

domingo, 9 de junio de 2024

Jarrón con flores

 

Asoma en el caparazón multiforme el tallo fino de la flor.


No sé qué misiva o deseo hay en los pétalos que, con lentitud,

se ajan como se aja la piel futura del presente bajo la caries del olvido.


Ni sé de la melancolía que el perfume deja en el rincón más oscuro

de mi alma si el olor de la rosa asciende hacia los ecos de una memoria

que recuerda los jardines multicolores de la juventud.


Y es la curvatura de sus líneas en los lomos de cristal, de barro

o porcelana un refugio en el que la petunia, el clavel o la rosa

sobreviven a la intemperie de los días de invierno.


En sus dibujos de greca, de pájaros o en la lisura monocromática

que se yergue como una pared donde la flor convive con la luz

está la canción de la vida, su belleza antigua, la gracia de las corolas

que nadan en el estanque traslúcido del tiempo.

sábado, 8 de junio de 2024

No hay perdón para los ángeles caídos

 

ah! qué llovizna de fuego en mis ardientes alas

que han llorado en los espejos por no ver al coro

de la luz donde el espíritu crea laberintos de bondad

en las ramas del árbol de la vida.


La fe sin lunares en la rojez de la clepsidra

que agota las líneas del tiempo

-somos eternidad, alma de niño, estrella blanca-

con el rocío de una liturgia de palomas al aire

y oraciones de esclavitud lejos de la omnipotencia clarividente

de los espacios creados por las banderas de la palabra única.


En los balcones de la anunciación y el sigilo, de la piedad y la nada

convertidas en un don, contemplo la desnuda codicia, el perdón inútil,

la historia de los perdedores bajo los puentes tan oscuros como la pez

naufraga del desaliento.


Y vivo con la frente alzada hacia la cruz de la mortalidad

mientras en mis alas el tizón de la noche arde entre aullidos de rebeldía y furor.


oh! ángel mío, pájaro celeste de la bienaventuranza, ven,

únete a mí para no caer en el abismo de la luz vengadora,

desde la débil soledad de los profetas, sin un dios que nos ampare,

cuando ya nada queda sino esperar a que el mundo nos olvide

y sea el perdón una nube que el sol castiga a morir bajo el aliento hostil del día.

viernes, 7 de junio de 2024

La melodía de este poema

Vagamente la lluvia, con la máscara taciturna de un aguacero

en la plenitud de la noche, cae en el redil de tu huella,

territorio de la lágrima colmada al pisar los corazones tendidos.


Y es como si en la armonía de tus pasos el resplandor de un sol

macilento quemara el susurro de nuestras voces que ahora

no son más que ceniza en los caminos hirientes de la falsedad.


Metamorfosis de una piel blanca bajo el carmín de la carne abierta

como alas de ruiseñor desplegándose en ramas de tul rojo,

lo mismo que las espigas de un vergel hospitalario entre olas carmesí.


Y un tizne de aventura sin regreso en el portal donde tu sombra

dejaba caracoles danzando en las venas del cristal.


Y más allá el fugaz destino de los trenes que escondían las enaguas

del pudor bajo el mudo existir de tus encajes de hierro

entre la música de los raíles y la historia de una catedral

donde la paz era un jardín proscrito por los cantos de aleluya

que sonaban tristes en tu boca, como suena triste la melodía

de este poema en los oídos mutilados del recuerdo.


jueves, 6 de junio de 2024

Sabes madre

¿Sabes, madre, que existen auroras nunca vistas en los cielos del azar?


Duerme canción del otoño que los frutos de mi lengua

recuerdan las palabras que nombraron a los bosques

entre el color de la música y los nidos de la quietud.


Crecí con la brújula amante de un sur cuyo índice de metal

quería ver a los caballos de la noche

bajo la luz de un futuro diamantino

de perlas infantiles en mi cama de soñador.


Viví en los recovecos de la memoria

porque el tránsito de un rostro se clavó en el confín de un río

que no movía sus alas de agua con la pasión de una fuente mordida

por el deseo de la edad más temprana...


Tuve entre mis manos un sol mínimo, un volcán tan diminuto

como una gota en llamas sobre la tez enorme del infinito océano.


Quise que abril mojara las calles con la savia de una juventud en celo

mientras los pájaros morían poco a poco en las redes armoniosas del olvido.


Y llegó a mí el ángel innúmero de las estaciones al alba de un amanecer

que no supo encontrar ningún anclaje en las vértebras de un manantial

que me arrastró hasta los jardines del adiós entre orillas de nieve azul.

miércoles, 5 de junio de 2024

Tus ojos de plata

 

Concibe de ceniza la sal y de plata el corazón de los ciclos abisales

donde la negrura crece como un fluido de pez y ondas traslúcidas

entre los ecos misteriosos que emite la eterna voz del mar profundo.

Se alza un estéril clamor de tritones ciegos hacia la luz que el agua deifica

como un gran ojo de iris blanco que atrae a las extremidades del coral,

a la corriente circular que anega el estío del tiburón en busca de los hilos

de la sangre más roja, a la retícula que forman los peces viajeros

cuando no escuchan el canto de las islas que les llaman con susurros

de palmera virgen en la lejanía de este mar que ahora es llanto perenne

de nubes que se derraman sobre la piel anfibia de la eternidad. Mientras,

yo miro al cristal de tus ojos que también son de plata, como un océano

que hubiera sido amamantado por los pechos albos de la luna.



martes, 4 de junio de 2024

Pasajeros

No hay afueras cuando su perímetro circunda

el parteluz de mi tránsito, piscinas como ojos de agua

entre flores blancas de azahar, un aroma a pétalos

en el aire que abril extiende sobre un pavimento

anónimo, el púrpura de los autobuses no es el color

de un relámpago herido, es bandera de sangre que recorre los silencios

de la ciudad con la fe nocturna del águila en los faros que vierten

su luz hacia el núcleo de unas sombras que lamentan la llegada del día;

y ya somos un río sin nombre bajo el humo gris de las avenidas,

un río que atraviesa el jardín inhóspito de los centros comerciales,

la fugacidad de los vagones de cercanías al alba y al atardecer

que son nube lánguida, nube de sudor y móviles

como espejos donde se refleja el rostro infantil

de los niños que fuimos en la arcadia feliz del tiempo

que pasó sin un eclipse de luna en los labios.


lunes, 3 de junio de 2024

Mi busto de ojos azules

 

En mi río paralelo no hay árboles de verdes hojas

ni mana el agua con el empuje de mil soplidos

que aúllan al sentir cómo la vida ordena

en un canto común los senderos múltiples del azar.


De perfil soy igual que las rosas al verter su sangre

en la raíz mutilada del silencio, de frente las espinas

son una única espina cuando de regreso a ti

has abierto las puertas de la noche para que, no solo yo,

sino los ejércitos de la luz pueblen la madrugada

con haces de luna y alabastro.


Y en el medio de este túnel sombrío

mi busto de ojos azules invoca al temblor del coral

y a las sirenas del olvido, porque el mar, a veces, responde

con islas de espuma a los vientos que no paran de nombrarte.

domingo, 2 de junio de 2024

La soledad

 

Nuestro refugio, frágil como una oblea donde el aire

es mudo y los relojes no sobreviven a la fría quietud

de los cuadros; el inútil ejercicio de obviar la palabra,

solo así el corazón vuelve a las luces y a la música feliz

que emiten los sonidos del recuerdo, solo así recorre

el alma los dédalos que desempolva el silencio de la tarde;

oculta por los visillos del presente la raíz olvida la compañía

de los minutos que acariciaron diálogos de efímera edad, vagan

las sombras amigas en un carrusel que saluda a los noctámbulos

con el circunloquio de los lugares a donde nos lleva la sintonía

común de los espejos cóncavos, multiplicándonos desde la semilla

que extiende sus hilos sobre un tapiz familiar hasta las nubes

que aún no han brotado en la claridad como en la pared

diáfana brota el musgo de la duda con perfiles de ausencia,

con iconografía de vejez en los huecos que el silencio deja

en las esquinas de una casa en la que ya no se escucha mi voz

respondiendo con un canto alegre al trino indolente de los pájaros.


sábado, 1 de junio de 2024

Tu juventud

 

Te nimba un halo de ángeles dormidos al frío de la tarde

junto al árbol de las manzanas de abril, y vas del lienzo

oculto por la bruma, caminante de los pasos invisibles,

hacia las cumbres del atardecer con las rodillas combadas

como velas que el atlántico aire hincha de pétalos y sal,

sin mirar atrás, paloma del reverbero y de las azules aguas

del color en el corazón de los molinos, danzas de mediodía

en el cristal con la multitud que entretejen las sombras distantes

como un oscuro silencio de pájaros en el atril de una rama,

como la serpentina que dibujan tus labios en la memoria

del perdedor, así llega la luna a posarse en tus mejillas con su luz

de transparencia y sus largos cabellos colgando de aquella

juventud que aún sigue grabada en la piel de mis fotografías.