viernes, 26 de enero de 2024

Si te fueras

 

La noche estaría aquí con el manto más frío.

Y yo, ciego en mi mar oscuro de pétalos sin sol,

ausente de las órbitas del ser, con ciempiés en las manos

y un dolor de hembra en los cristales de mis ojos

me postraría para que el recuerdo fuera semilla de tu voz,

episodio eterno de tus canciones al alba,

fruto omnipotente de los oasis que al invocarte estallan

entre el rumor de los pájaros que trinan,

raíz que desnuda el olvido con ecos de eternidad,

imagen de la luz posándose bajo al atril de las horas

con el rostro de tu juventud como un amanecer

de ágiles panteras en las ventanas del día.

 

Eres el susurro de unos labios que agitan mi corazón de estatua

porque encuentro en el confín de la memoria

la llama incólume de tus silencios,

el ardid con que derrotas a los lobos de la desdicha,

el espesor de tus pestañas acariciando la piel de mi edad,

tu cálida lluvia sobre la frente del tiempo como un manantial de paz.

 

El albor de tu nombre será la luz de ese relámpago

que dibuja el tapiz de una constelación en las cortinas del edén.

 

Aunque tú te vayas no se irá contigo la sombra de las vivencias eternas.


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