Amplia, sin horizonte, la ciudad.¿Qué busco aquí?,los bolsillos 
pesan, la línea que me dividía se ha quebrado en ramajes, 
las palabras volaron como briznas de una hoguera húmeda, 
solo los ecos de los rumores-comidas bajo la luz artificial 
de noviembre, la letanía de de unos labios que nunca hablan-
contra la memoria del silencio que transita mi sangre apócrifa. 
La ciudad es un zoco que vende arco iris, escoria y fatalidad. 
Yo lo sé, sé que llego a su portal de voces heridas, a su olor 
de detritus sin patria, a su indiferencia de madre apóstata 
con la ilusión de las hojas imberbes y el corazón virgen 
de las crías de pájaro. Por eso mis pies no cesan de caminar 
por sus calles de ámbar, balcones cerrados contra la claridad 
inservible, gritos que aterrizan sobre baldosas mudas mojadas 
por el sueño de los cómicos. Teatro de vida la miseria que tatúa 
el corazón de la urbe, su abrazo clama por el humo blanco 
de los príncipes. Humo negro el latido de su noche en mi sed.
 
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