jueves, 29 de septiembre de 2016

El beso

Antes la especie, el ciclo perpetuo. Luego el alud,
las serpentinas, el verano en una ola de carne,
los fuegos en un espacio rosa, líquido, febril.
¡Qué misterio el de un roce, la sangre y el deseo,
la memoria de la descendencia en un segundo de gloria!
Todo, ¡todo! en la humedad de los ojos, cerrados, fríos
como un sello de luz. No hay pliegues ni sinrazón,
la armonía es el agua que rompe los cielos, el suave
cariz, el surco de los días para ser festividad de locura,
la huella del éxtasis en la incertidumbre de la noche.
Que sea mi labio la llave de tu húmedo desliz, un sol
que propone diademas de futuro, la luna en el instante
exacto en que soy luz que crece, comunión de ti.

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