miércoles, 18 de febrero de 2015

Tú, que eres todas

Las lineas de tu blusa se arrodillan
en un pronombre infinito.

Los jeans verdecidos por las ingles de tu sed
en el horóscopo inmaduro de los diecisiete.

Una voz no dicha,
el cuerpo de un adiós con rubios ejes en las manos,
la sincronía de episodios sin máscara
bajo la luz o no del cruce.

Y vástagos que rememoran calles
en los días más claros, terremotos
donde un latido causa nieve
en los frontispicios de la última catedral
que habitas.

En la noche los meridianos ensombrecen
y basta un color- el rojo, el cárdeno, el púrpura-
para que los poros de la ambiguedad
crezcan como pétalos de aire.

Más tarde
cuando la urbe aúlle en los semáforos frágiles,
en los párpados de las fuentes
o en la ruptura de las plazas
yo reconoceré el cabello azabache de una mujer neutra.

Los dados de noviembre
esquivan el tránsito de los últimos taxis.

He jugado a ser sol entre serpentinas que huyen,
he querido la luz en la sombra
o la virtud en el cosmos imposible de la vida.

Estoy aquí con mis glándulas que persiten
en un sueño sin metamorfosis
sin alba
ni ayer.

Solo, en este instante que ya ha sido.




No hay comentarios:

Publicar un comentario